Literatura Cubana De Fin De Siglo
martes, 14 de junio de 2005
LITERATURA CUBANA DE FIN DE SIGLO
Por Francisco López Sacha
Aunque parezca mentira, la vuelta en redondo del Siglo XX nos ha convertido de pronto en damas y caballeros de antaño. No usamos ya levita ni bombín, ni abanicos ni bastones de carey, pero tendremos en la próxima centuria el mismo rostro asustado que sale de ellas enlas fotografías de cajón.
En un poema de Aramís Quintero, que tiene esa memoria del futuro, parecemos los mismos, pero no lo somos. El barco que zarpó con la intervención norteamericana en Cuba en 1898 va llegando al otro extremo del muelle con una nación independiente a bordo, con un proceso social que nos ha colocado otra vez en el vórtice del mundo, con un movimiento literario de tanto pesocomo aquel que dejamos atrás con la muerte de Julián del Casal y José Martí. Si en esos días la nación se jugaba su destino contra el dominio español, en un gesto de tan alta fuerza que nos hacía inaugurar el Siglo XX -sí, este siglo, q! ue no comenzó en Sarajevo en 1914, ni en Petersburgo en 1917, sino en las playas de Daiquirí, como afirma más de un historiador-, esa misma nación, que ya es otra,se empeña hoy en culminar una pelea contra el más poderoso imperio de la Tierra para preservar sus derechos, su identidad y su cultura. Atrás quedó el modernismo y ahora vamos llegando a la posmodernidad.
El viaje ha sido largo, pero fructífero. En 1899 Esteban Borrero Echeverría publicó tímidamente el primer libro de cuentos de la literatura cubana. Hoy tenemos una tradición, la cual, despuésde ese volumen, nos ha dejado el realismo mágico, lo real maravilloso, el absurdo, la fabulación poética, la estilización del Cuento rural, la cuentística de la violencia y la narrativa de la intimidad en nombres tan importantes para nuestras letras -y en algunos casos para las letras de todo el continente- como Alejo Carpentier, Lino Novás Calvo, Virgilio Piñera, Eliseo Diego, ! Lydia Cabrera,José Lezama Lima, Onelio Jorge Cardoso, Guillermo Cabre ra Infante, Dora Alonso, Reinaldo Arenas, Eduardo Heras León, Miguel Collazo o Senel Paz. Todos confluyen en este fin de siglo, en esta narrativa iconoclasta que los más jóvenes escritores inauguraron en 1988.
Ahora están de nuevo las sombras del neobarroco y el absurdo, los estilos asimétricos de Severo Sarduy, Virgilio Piñera, EzequielVieta y Calvert Casey, en esa pelea por eliminar del relato la estructura dramática iniciada con Poe. Los nuevos narradores de esa línea parecen declr: «El Cuento es escritura, no nos complace el argumento creciente, ni el clímax, ni el desenlace». Así aparecen, por un lado, escritores como Rolando Sánchez Mejías, Atilio Caballero, Ena Lucía Portela, Alberto Garrandes, Jesús David Curbelo, quienes, enla mayoría de sus historias difuminan la anécdota, desdibujan a los personajes, quiebran el conflicto y la unidad de sentido para hablarnos del mundo marginal en las ciudades, de la angustia, de la soledad del individuo. Sus ! ficciones son hijas del minimalismo y la posmodernidad, y algunos de sus textos han resultado verdaderos rompecabezas para la crítica. Son historias audaces, desprovistasde centro, cuyo tono se acerca al ensayo, la poesía y la literatura de reflexión.
Por otro lado, más cerca todavía de la generación precedente, de Senel Paz, Miguel Mejides, Abel Prieto, Mirta Yáñez o Reinaldo Montero, quienes fundaron la narrativa de la intimidad en los 80, están los rockeros, los fabulistas y los actuales cuentistas de la violencia, como Alberto Garrido, Ronaldo Menéndez, AngelSantiesteban, Milene Fernández, José Manuel Prieto, Eduardo del Llano o Raúl Aguiar, los cuales mantienen la melodía, la anécdota, el equilibrio dramático, para contarnos con agresiva intensidad el mundo cotidiano de los jóvenes, el desenfado sexual, los problemas humanos en las campañas del internacionalismo en Africa y el desvelado asombro ante el desplome del socialismo real. Ellos también...
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