literatura

Padres encuentran hija víctima Trata de Personas



Tulancingo, Hidalgo.- (Texcoco Press).- La entrevista culminó a eso de las veinte treinta horas, Narciso y Agueda se cobijaron para salir al frío intenso de la Sierra Norte de Puebla, sus quejas y reclamos las habían escuchado dos tipos que dijeron ser de la Comisión de los Derechos Humanos, lo nunca supieron los aterridos padres si eran dela Nacional o Estatal o de la Municipal. Al paso de unos meses bajaron a preguntar a la Capital sobre los dos tipos que habían llegado hasta su casa en una camioneta tan impresionante como rara. Teresa, la menuda secretaria de aquella oficina que decía ser la Comisión de los Derechos Humanos, les informó que no eran ni del Estado, ni de la Federación, solamente les quedaba por revisar en la delmunicipio. Así, con esa información salieron para dirigirse a la casa de un familiar cerca de la zona de los Fuertes en la Puebla de los Ángeles. A las seis de la tarde de aquel último viernes de labores del mes de diciembre, regresaron a buscar a Teresa. La oficina estaba cerrada, todos se habían ido al festejo que por las fiestas de fin de año ofreció el jefe de esa oficina. Esperaron hasta cercade las ocho de la noche, nadie volvió, nadie supo informar de nada. Nadie les concedió siquiera un saludo.

A las nueve y media se subieron al autobús que los llevaría rumbo a su pueblo, en cuatro horas llegarían. El cansancio lo hizo dormir, al llegar a su casa se encontraron con una hoja pegada en la ventana: Dejen de estar chingando, no van a ver jamás a su hija. Al leer esto, Agueda sellevó las manos a la cara y empezó a llorar tan lastimosamente que los vecinos salieron a ver que ocurría. Narciso temblaba de pies a cabeza. El coraje se apoderó de él. Entró a la casa, tomó una retrocarga, y por la parte de atrás del corral se perdió por la vereda que lleva al cerro. Caminó por más de dos horas, de repente vio una luz a la distancia. Ahí vivían desde hacía más de dos años unoshombres que la gente decía eran los que enganchaban a las mujeres para llevarlas a México y usarlas para la prostitución. Se acercó, cuando brillaron un ojos acompañados de fuertes ladridos. Se ocultó detrás de una empalizada. Espero un rato, salió un tipo, disparó al aire para luego perderse en le interior de la cabaña. Rodeo la cerca, un repentino aire soplo con tal fuerza que levantó la capota paradejar al descubierto la camioneta en que habían ido a visitarlo los dos fulanos que dijeron ser de la Comisión de los Derechos Humanos. Con los puños apretados con la fuerza de un hombre dispuesto a todo, brincó la cerca, los perros ladraron con estrépito, pero no se acercaron, caminó, volvió a salir el hombre aquel con un rifle, cuando volteo hacía donde los perros ladraban, de certero culatazoen la cabeza cayo cuando largo es. Narciso le retiró el rifle, después agazapado esperó que alguien más saliera. Espero, no salió nadie, los perros guardaron entonces silencio. Amarró al hombre que yacía inconsciente, con unos pedazos de riata que encontró a mano en el patio. Lo arrastró varios metros, cruzo la cerca y desde ahí esperó a que reaccionara. Cuando balbuceo aquel hombre, Narciso seacercó, le explicó porque estaba ahí y le mostró la retrocarga, al momento le preguntó, ¿Dónde está mi hija? Aquel hombre temblando le dijo está en Hidalgo, en Tula. Quiero más datos, le dijo el padre. Trabaja en una casa de citas, vive cerca de Tula, en un departamento con otras chicas. Después de arrancarle la dirección exacta, le disparó. La cabeza del sujeto aquel quedó destrozada. Narciso sefue.

Al regresar a su casa, se encontró con la sorpresa que otros dos hombres se habían llevado a su mujer. Los vecinos que estaban en la puerta de la casa, dijeron que habían llegados dos camionetas azules, con hombres vestidos de policías y se habían llevado a Agueda, no supieron porque ella se había subido a la camioneta sin pedir ayuda, ni nada.

Narciso no supo que hacer. Entró a la casa...