Literatura
[Don Quijote y Sancho se encuentran por el camino con unos frailes que viajaban junto a una dama vizcaína. El caballero de La Mancha se enfrenta al escudero de la dama, a la que cree secuestrada por unos encantadores.]
Venía, pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto1 vizcaíno con la espada en alto, con determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno leaguardaba asimismo levantada la espada y aforrado2 con su almohada, y todos los circunstantes estaban temerosos y colgados3 de lo que había de suceder de aquellos tamaños golpes con que se amenazaban; y la señora del coche y las demás criadas suyas estaban haciendo mil votos4 y ofrecimientos a todas las imágenes y casas de devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a ellas de aqueltan grande peligro en que se hallaban.
Pero está el daño de todo esto que en este punto y término deja pendiente el autor de esta historia esta batalla, disculpándose que no halló más escrito de estas hazañas de don Quijote, de las que deja referidas. Bien es verdad que el segundo autor de esta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni quehubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha, que no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que de este famoso caballero tratasen; y así, con esta imaginación, no se desesperó de hallar el fin de esta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se contará en la segunda parte.
Donde se concluye y da fin a la estupenda batallaque el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron. (I, cap. 9)
Dejamos en la primera parte de esta historia al valeroso vizcaíno y al famoso don Quijote con las espadas altas y desnudas, en guisa5 de descargar dos furibundos hendientes6, tales, que, si en lleno se acertaban, por lo menos se dividirían y henderían de arriba abajo y abrirían como una granada; y que en aquel punto tandudoso paró y quedó destroncada7 tan sabrosa historia, sin que nos diese noticia su autor dónde se podría hallar lo que de ella faltaba.
Causome esto mucha pesadumbre, porque el gusto de haber leído tan poco se volvía en disgusto de pensar el mal camino que se ofrecía para hallar lo mucho que a mi parecer faltaba de tan sabroso cuento. […]
Estando yo un día en el Alcaná de Toledo8, llegó unmuchacho a vender unos cartapacios9 y papeles viejos a un sedero10; y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado de esta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con caracteres que conocí ser arábigos. Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado11 que losleyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara. En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír. Preguntele yo que de qué se reía, y respondiome que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen poranotación. Díjele que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo:
—Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: «Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha».
Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso, porque luego12 se me representó que aquelloscartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di prisa que leyese el principio, y haciéndolo así, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recibí cuando llegó a mis oídos el título del libro, y,...
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