Literatura



PRÁCTICAS DEL LENGUAJE



ANTOLOGÍA LITERARIA




2° AÑO 2014









Cómo leer con sentido
Tené en claro tu objetivo a la hora de leer: no es lo mismo recrearte con la lectura de un texto que si debes estudiar o realizar actividades con el mismo.
Antes de empezar, pensá y anotá aquello que ya sabés sobre el tema.
Tratáde anticiparte acerca de lo que encontrarás en el texto. Para eso observá los títulos, los subtítulos y las imágenes, si las tuviera.
Leer sin comprender no tiene sentido. Leé más de una vez y volvé atrás las veces que sea necesario.
Aclará el significado de las palabras desconocidas.
Cuestioná, resumí, sintetizá las ideas del texto.
Si te gustó o te sirvió, transmití a otros tu experiencia delectura.


























ÁMBITO DE LA LITERATURA
LEER POR LEER
LITERATURA
El novelista, en mangas de camisa, metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró y se dispuso a relatar un abordaje de piratas.
No conocía el mar y sin embargo iba a pintar los mares del Sur, turbulentos y misteriosos; no había tratado en su vida más que aempleados sin prestigio romántico y a vecinos pacíficos y oscuros, pero tenía que decir ahora cómo son los piratas; oía gorjear los jilgueros de su mujer, y poblaba en esos instantes de albatros y grandes aves marinas los cielos sombríos y empavorecedores.
La lucha que sostenía con editores rapaces y con un público indiferente se le antojó el abordaje; la miseria que amenazaba su hogar, el marbravío.
Y al describir las olas en que se mecían cadáveres y mástiles rotos, el mísero escritor pensó en su vida sin triunfo, gobernada por fuerzas sordas y fatales, y a pesar de todo fascinante, mágica, sobrenatural.
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Selección de cuentos de Ariel Díaz

IMPORTANCIA DE LOS BUENOS MODALES

Tía Finaera la pariente rica de la familia. Cuando mamá me llevaba cada sábado a su casa a tomar el té a las cinco en punto de la tarde, dos horas antes comenzaba un rito de baño y lavado de orejas profundo, corte de uñas con cepillado intenso y concluía al vestir las mejores ropas, limpias y prolijamente planchadas.
A partir del momento en que mi madre lograba derrotar con gomina los remolinos de mipelo rebelde y contemplaba a distancia el resultado de su labor en su rostro se insinuaba una ligera señal de complacencia hasta que tocaba el timbre de la antigua mansión de mi tía, duraba su detallada perorata de recomendaciones para asegurar el éxito de la prosaica visita. Y el triunfo era el billete de diez pesos que tía colocaba en mi mano cuando emprendíamos el regreso. Ese era el fin queella perseguía durante esa tarde interminable; el producto obtenido pasaba a sus ávidas manos y servía para la provisión de prendas a mi exiguo y cambiante guardarropas. Crece demasiado rápido -decía mamá- y destroza los zapatos con esa porquería de pelota.
La tortura duraba dos horas, bajo las miradas atenta de tía, y censurante de mi madre, las que me obligaban a quedarme quieto y contestar"sí, tía" y "no, tía", respetuosa y escuetamente. Tenía que morderme los labios y clavarme las uñas en los antebrazos para no salir corriendo a jugar con Bouclette, la caniche malcriada, hacerme una casita con los biombos japoneses, o jugar a los bolos con las tallas en marfil y bibelots de porcelana diseminados por aparadores, repisas y vitrinas.
Cuando cumplí ocho años, tía Finadividió al pequeño ejército invasor: el té de los sábados siguió siendo para mi madre y a mí me asignó los jueves, cuando terminaba mis clases de gimnasia. Tuve que soportar las advertencias de mamá desde el sábado del anuncio hasta que me libré de su presencia el día de la cita, cuando me dejó frente a la residencia. Ese jueves tía Fina debe haberme creído un...