Literaturra

Fin de los poemas

Ese artificio tan evidente, de querer sorprender, de ser nosotros, más nosotros que nunca y ser hermosos o ser tristes esa tendencia a la hipérbole, a un carácter magistral delos hechos, cuando no hay nada más común que morirse, que comprar el pan, que tomar una sopa humeante en invierno. Nos obstinamos en adoptar la voz de los pájaros, hay que saber que son trinos,chirridos, cantos. Darle tanta importancia a un texto lúdico; ese creernos portadores de una voz elegida (elegida ¿para qué?, qué nos hace decodificadores de la belleza? Portadores de la verdad oculta?) lapoesía tiende a querer ser más que los hechos. Tiene un aire de cosa sagrada. Viene un poeta y hecha su linterna de palabras (obsérvese que hasta para una queja poética estoy usando metáforas y esen verdad irritante porque he caído una vez más en el vicio, así fuera la última vez) y el poeta trata de develar de comunicar, de conmover a alguien, cuando no hay nada más conmovedor ni más sencilloque una muerte en la vía pública, que su crónica lisa y llana en el diario de mañana. Y aún si es cierto que descubrimos una verdad, algo que puede ser hermoso, o por lo menos revestir ciertaimportancia. Dura poco, desvanece y uno ya no puede ser idiota, al menos no ese tipo de idiota, porque la idiotez poética es a su tiempo un incidente que podemos prevenir mirando largas horas el televisorsin hacer nada.
Y verás que es ridículo, que cualquiera puede hacerlo si quisiera.
Pretender ser sabios hasta (o sobre todo) cuando postulamos nuestra propia ignorancia
La poesía muere anteciertos momentos que pasan fuera del poema. Esto me está matando ahora, me asfixia tener que explicarlo, es patética esta instancia. Mejor hablemos de los créditos hipotecarios, inhibiciones, embargos,del estatuto de una entidad abstracta que no pretenda conmover a nadie a no ser con hechos.
Ah ¿y te acordás cuando prohibiste unas palabra; y creías que era una obra de saneamiento, o un proceso...