Lla iglesia vive la comunion con la trinidad
Órgano Informativo de la Diócesis de Santa Rosa
AÑO 13 ENERO Y FEBRERO DE1982 N°. 122
SEQUIA VOCACIONAL
En la fecha reciente y con motivo de los cuatrocientos años de fundación del Seminario de Bogotá, apareció, en la página social del periódico EL COLOMBIANO, una crónica llamativamente titulada “la crisis de las vocaciones se acabó”.
No hay que ilusionarse ni quemaretapas. En el famoso documento “la Iglesia ante el cambio” de 1969, los Obispos colombianos advierten que “más que crisis de vocaciones, tendría que hablarse de crisis de pastoral vocacional”. Ciertamente nunca ha habido crisis de vocaciones, porque Dios no deja de llamar y de dar a su Iglesia los ministros necesarios. Asimismo, tampoco se ha acabado la crisis de cultivo de vocaciones. No debenadoptarse posiciones extremas: ni constituirse en “profetas de desgracias”, ni erigirse en arquitectos de “castillos en el aire”. Si l la situación ha mejorado, no está radicalmente solucionada.
Con acierto sostiene el Padre Fernando Villegas, director del departamento de Vocaciones y Seminarios, del Secretariado del Episcopado colombiano, citado por el periodista, que “si la época posconciliarinfluyó negativamente en el clero, no por el Concilio sino por las interpretaciones que se le dieron, ahora hay un resurgimiento de la vocaciones en el País”. Sin embargo, al comparar los datos, que en la actualidad da el Padre Villegas, con los del mencionado documento episcopal, de 1969, surgen algunos interrogantes: entonces había siete mil ochos cientos seminaristas, frente a seis milochocientos de la actualidad; hace doce años existían cuarenta y cuatro Seminarios Mayores, hoy se dan catorce más; en cambio, el número de Seminarios Menores ha disminuido de ochenta a cincuenta y cuatro.
En nuestra propia diócesis no hay que halagarse con la suma de los que figuran en la matrícula inicial; se evidencia, al presente, un par de datos, que merecen consideración y requieren estudio,hasta donde humanamente sea dable: de catorce jóvenes, que terminaron cursos en el Seminario Menor el año último, sólo pasaron cuatro al Mayor; y de ocho, que concluyeron filosofía, quedaron únicamente tres para teología.
Por otra parte, el cuadro del clero diocesano es el de mayor colorido: hay ciento cincuenta y tres sacerdotes, de los cuales trabajan ciento tres, en setenta y ochoparroquias; otros doce tienen responsabilidades a nivel Diócesis; los restantes treinta y ocho prestan servicios o disfrutan de merecido descanso en otras jurisdicciones. Y no pueden menospreciarse las edades: hay treinta sacerdotes con más de setenta y cinco años de edad; noventa entre los setenta y cinco y los cuarenta años; y sólo treinta y tres son menores de los cuarenta.
Según las humanasprevisiones, es difícil llenar el vacío, que dejan a su paso diversas causas (muerte, enfermedad, ausencia), con el pequeño número de ordenados. Como se hizo constatar en el “Plan diocesano de Acción Vocacional”, el faltante actual de sacerdotes es, aproximadamente, de treinta; y, como las necesidades pastorales crecen y los frentes de apostolado se multiplican, no es exagerado estimar que serán menester,a corto y a mediano plazo, al menos otros cincuenta sacerdotes.
En consecuencia, en vez de hallar tranquilizantes con el título del escrito de marras, es preferible acogerse a la preocupación del actual Pontífice, quien no desaprovecha oportunidad para insistir sobre "el problema de las vocaciones", problema de capital importancia para la Iglesia y que debe ser considerado como absolutamenteprioritario.
En efecto, en la alocución dominical del 17 de Enero próximo pasado, el Papa dirigió a sus feligreses de Roma sentidas palabras, que reflejan la situación de la mayoría de las diócesis: "El problema de las vocaciones diocesanas es uno de los que más afectan a la solicitud de un Pastor, porque las nuevas promociones sacerdotales aseguran la eficacia y el porvenir de la vida...
Regístrate para leer el documento completo.