LLamadas de Amsterdam

Páginas: 49 (12146 palabras) Publicado: 13 de septiembre de 2015
LLamadas de Amsterdam
Por Juan Villoro
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), narrador, ensayista e introductor de Lichtenberg al español, es asimismo un contumaz autor para niños. Ha publicado, entre otros, los libros de cuentos Albercas y La casa pierde (Alfaguara). Monte Ávila publicó la antología La alcoba dormida.
Agosto 2004 | Tags: 
Convivio
 
cuento
 
Sociedad

LLamadas de Amsterdam2548Martín Kovensky
Juan Jesús colocó la tarjeta en el teléfono y marcó el número de Nuria. Escuchó su voz en la contestadora, el tono fresco y optimista con que la conoció, aunque en el fondo sólo conocemos optimistas, ¿quién anuncia sus miserias desde el primer encuentro? No dejó mensaje.
     Recordó los días en que ella perdonaba sus retrasos épicos, sus olvidos (las llaves dentro del auto, elparaguas en la fiesta de ayer), su cartera sin billetes ni tarjetas de crédito en el restorán agradable pero algo pretencioso, escogido por él para halagarla. Nuria mitigó el nerviosismo con su disposición a ignorar los desastres menores creados por Juan Jesús, a sentirse bien en la primera o la última fila del cine. Tal vez se dejó llevar por las esperanzas del principio y las imprecisas virtudesatribuibles a un desconocido, o tal vez advirtió sus altibajos desde entonces y decidió ignorarlos.
     A la distancia, le gustaba suponer que él hizo todo para fracasar rápido, como si anticipara futuros daños con un sagaz instinto. Nuria lo quería con misteriosa aquiescencia, como si lo amara a pesar de algo; aceptó su silueta descompuesta y empapada en su departamento de La Condesa como lamagnánima capitulación del bienestar ante el desorden. A él le parecía un milagro estar ahí, escogido por el azar, del mismo modo en que diez años después odiaba ser aceptado por ella. Diez años, demasiados para una pareja sin hijos ni un proyecto de colonización en tierras vírgenes.
     Cuando se separaron, Nuria desapareció de su órbita. Se fue a Nueva York como abducida por extraterrestres. En sieteaños no supo nada de ella. A veces, la soñaba en naves espaciales que parecían casas de la colonia Roma, con fachada de los años treinta, protegida por una reja de lanzas, y donde alguien abusaba de ella en una habitación mal iluminada; una criatura con muchos dedos anillados untaba ungüento color arcilla en los senos de su ex mujer. Cuando vivían juntos, estas fantasías le ayudaban a hacer elamor en cualquier sitio que no fuera la cama; ahora resultaban absurdas al modo de una envejecida película de ciencia ficción: cuán ingenua era la mente que imaginó esos aparatos para el porvenir.
     Nuria desapareció, engullida por una zona ingrávida, y él se vio obligado a reconocer que los amigos comunes podían dedicarse a otra cosa que mantener un vínculo conjetural y venenoso entre losamantes separados. No lo abrumaron con la posteridad de Nuria en Nueva York. La discreción era tan marcada que le bastaba beber una ginebra o inhalar una raya de coca para sospechar que deseaban evitarle la humillación de conocer los triunfos de su ex mujer. Hay vidas que se estructuran como la trayectoria de un actor de género, un solo papel perfeccionado hasta el infinito. Nuria Benavides sólo eraconcebible al margen del dolor y el fracaso o, eventualmente, aceptando a los demás como su dolor y su fracaso.
     Cuando vivían juntos y ella se hizo cargo de un conglomerado de revistas femeninas, le ofreció a Juan Jesús retirarlo de su trabajo en la imprenta. Los dos sabían que para él el diseño gráfico significaba un medio para un fin; su meta estaba en los óleos acuchillados que guardaba en elcuarto de azotea, la serie de vandalismo expresionista que reflejaba tan bien el miedo de vivir en la ciudad, o lo reflejaría cuando acabara aquellos cuadros cautivos en la azotea. Él se negó. El departamento era de Nuria, su suegro les había regalado un equipo de sonido con más funciones de las que podían descifrar, casi todos los muebles provenían de la época antediluviana en que ella...
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