Lo Bello y lo Siniestro
TEXTO: LO BELLO Y LO SINIESTRO
AUTOR: Eugenio Trías
EDITORIAL: ARIEL 3ra edición, 2006
PRIMERA PARTE
LO BELLO Y LO SINIESTRO
«Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar.»
RAINER MARIA RILKE
«Lo siniestro (Das Unheimliche) es aquello que, debiendo permanecer oculto, se
ha revelado.»
SCHELLING
En este escrito se quiere reflexionar sobre estos dos aforismos. La hipótesis a desarrollar
es la siguiente: lo siniestro constituye condición y límite de lo bello. En tanto que condición,
no puede darse efecto estético sin que lo siniestro esté, de alguna manera, presente en la
obra artís‐lica. En tanto que límite, la revelación de lo siniestro destruye ipso facto el efecto
estético. En consecuencia, lo siniestro es condición y es límite: debe estar presente bajo
forma de ausencia, debe estar velado, no puede ser desvelado. Es a la vez cifra y fuente de
poder de la obra artística, cifra de su magia, misterio y fascinación, fuente de su capacidad
de sugestión y de arrebato. Pero la revelación de esa fuente implica la destrucción del
efecto estético. El carácter apariencial, ilusorio —que a veces se llega a considerar
fraudulento— del arte radica en esta suspensión. El arte camina a través de una maroma: el
vértigo que acompaña al efecto estético debe verse en esta paradójica conexión. Por cuanto
lo bello linda lo que no debe ser patentizado, es lo bello «comienzo de lo terrible que
todavía puede soportarse». Por cuanto lo siniestro es «revelación de aquello que debe
permanecer oculto», produce de inmediato la ruptura del efecto estético.
El arte de hoy —cine, narración, pintura— se encamina por una vía peligrosa: intenta
apurar ese límite y esa condición, revelándola de manera que se preserve el efecto estético. ¿Es tal cosa posible o rozamos aquí una imposibilidad? El carácter catártico del arte puede
hallar, en esta singladura, su prueba más elocuente. Como dice Novalis: «El caos debe
resplandecer en el poema bajo el velo incondicional del orden».
Rebasar el marco clauso y limitado de una estética fundada en la categoría de lo bello
fue la tarea conjunta de la filosofía kantiana (del idealismo alemán que la prolongó) y del
romanticismo. Será preciso, antes que nada, evocar sucintamente esa revolución que
suministra inteligibilidad al verso de Rilke, inconcebible en el seno de una estética limitada a
la categoría tradicional de belleza. El análisis de Kant de lo sublime significa, en este sentido, el giro copernicano en estética: la aventura del goce estético más allá del principio formal,
mensurado y limitativo al que quedaba restringido en el concepto tradicional de lo bello.
Que esa aventura al más allá (a lo infinito) hace tambalear el fundamento limitativo
hacia abismos de excelsitud y horror, en unidad insobornable, facilita la transición, consu‐
mada por el romanticismo, entre el sentimiento de lo sublime y el sentimiento de lo siniestro. Será por tanto necesario demorarse, primeramente, en el análisis kantiano de lo
sublime, para aventurarse después en el análisis e inventario del tratamiento romántico de
lo siniestro. De este modo se crearán los pilares que sustenten la hipótesis que aquí se
quiere desarrollar.
1. DE LO BELLO A LO SUBLIME Prevalece la presunción, desde la antigüedad grecorromana, de que lo bello implica armonía
y justa proporción. Si bien en su esencia los platónicos y neoplatónicos —antiguos o
renacentistas— concebían la belleza en su pura simplicidad espiritual y luminosa, no
dejaban de aceptar ese carácter limitativo y formal, de armonía y proporción entre las ...
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