LO BELLO Y LO TRISTE

Páginas: 209 (52092 palabras) Publicado: 26 de julio de 2015
LO BELLO Y LO TRISTE – YASUNARI KAWABATA
EMECÉ EDITORES, S.A.
Colección Grandes Novelistas
Título original: Utzukushisa to Kanashimi to
Traducción de Nélida M. de Machain
Diseño de Portada: Eduardo Ruiz
Impreso en Argentina, Julio 2002
CAMPANAS DEL TEMPLO
Eran seis las butacas giratorias que se alineaban sobre el lado opuesto
del vagón panorámico de aquel expreso a Kyoto. Oki Toshio observó
quela del extremo giraba en silencio con el movimiento del tren. No
podía quitar los ojos de ella. Las butacas de su lado no eran giratorias.
Estaba solo en el vagón panorámico. Hundido en su asiento observaba
los movimientos de la butaca del extremo. No giraba siempre en la
misma dirección ni con la misma velocidad: a veces se movía con más
rapidez, otras con más lentitud y hasta se detenía ycomenzaba a girar
en dirección contraria. Al contemplar aquel sillón giratorio que se
movía ante sus ojos en un vagón desierto, Oki se sintió solitario. Los
recuerdos comenzaron a aflorar en su memoria.
Era el día 29 de diciembre. Viajaba a Kyoto con la intención de
escuchar las campanas que señalaban el comienzo del nuevo año.
¿Cuántos años hacía que escuchaba el tañido de aquellas campanas
por radio?¿Cuánto hacía que se habían iniciado esas transmisiones?
Probablemente las había escuchado todos los años desde que
comenzaran y también había escuchado los comentarios de los
diversos locutores que anunciaban el sonido de famosas campanas de
los templos más antiguos del país. Durante la transmisión, un año
expiraba para dejar paso a otro, de modo que los comentarios tendían
a ser floridos ysentimentales. El sonido profundo de una enorme
campana de templo budista resonaba con largos intervalos y la
prolongada reverberación traía a la conciencia el Japón de antaño y el
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tiempo transcurrido. Primero eran las campanas de los templos del
Norte, luego las de Kyushu; pero todas las vísperas de Año Nuevo
concluían con las campanas de Kyoto. Eran tantos los templos de
Kyoto, que a veces la radiotransmitía los sones entremezclados de
cientos de campanas diferentes.
A medianoche, su esposa y su hija estaban todavía en pleno trajín,
preparando manjares en la cocina, ordenando la casa o, quizá,
disponiendo sus quimonos y arreglando las flores. Oki se sentaba en el
comedor y escuchaba radio. Cuando sonaban las campanas hacía un
repaso del año que concluía. Aquélla le había parecido siempreuna
experiencia estremecedora. Algunos años la emoción era violenta y
dolorosa. A veces se sentía abrumado por la pesadumbre y los
remordimientos. Aunque el sentimentalismo de los locutores lo repelía,
el tañido de las campanas despertaba un eco en su corazón. Desde
hacía mucho tiempo se sentía tentado por la idea de pasar Año Nuevo
en Kyoto, para escuchar de cerca el sonido de las campanas de lostemplos.
La idea había vuelto a cobrar cuerpo ese fin de año y, en un impulso,
había decidido viajar a Kyoto. También lo había impulsado un
acuciante deseo de volver a ver a Ueno Otoko después de tantos años
y de escuchar las campanas en su compañía. Otoko no le había escrito
desde que se había establecido en Kyoto; pero vivía en esa ciudad y se
había abierto camino como pintora. Sus trabajos seajustaban a la
tradición japonesa clásica. No se había casado.
Puesto que el viaje había obedecido a un impulso y le disgustaba
efectuar reservas, Oki se había limitado a dirigirse a la estación de
Yokohama y a instalarse en el vagón panorámico del expreso a Kyoto.
Era muy probable que el tren estuviera completo, pero conocía al
camarero y sabía que éste le conseguiría un asiento.
El expreso a Kyotole pareció el medio más indicado, porque partía de
Tokyo y de Yokohama a primera hora de la tarde y llegaba a Kyoto al
anochecer. A la vuelta partía de Kyoto en las primeras horas de la
tarde. Siempre viajaba a Kyoto en aquel tren. La mayoría de las
azafatas de los vagones de primera lo conocían de vista.
Le sorprendió encontrar el vagón desierto. Quizá nunca viajara mucha
gente los 29 de...
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