Lo femenino como enigma

El malestar en la ‘igualdad’ o lo femenino como enigma
Sofocado y decidido, la ataca de una vez:
Manos exploradoras no encuentran defensa:
su vanidad no requiere respuesta, 
y da la bienvenida a la indiferencia.
(Y yo Tiresias he sufrido por adelantado todo
lo realizado en este mismo diván o cama:
yo que estuve sentado junto a Tebas al pie del muro
y caminé entre los más bajos muertos).T. S. Eliot. The Waste Land (vv. 241-246)
Lacan, en 1960, también evoca a Tiresias y sostiene, dirigiéndose a los psicoanalistas reunidos en Amsterdam, que “un Congreso sobre la sexualidad femenina está lejos de hacer pesar sobre nosotros la amenaza de la suerte de Tiresias”. A continuación hace una crítica contundente a sus colegas más insignes -E. Jones, M. Klein- que no logran situarse másallá de los prejuicios y el desconocimiento que ha rodeado la cuestión a lo largo de los siglos.. Y les aconseja no seguir reproduciendo la reducción de lo femenino a ser el complemento pasivo del activo masculino. Lejos de ser un complemento, lo femenino es para él un suplemento a lo masculino. Matiz esencial, diferencia en la que sostener otras diferencias a las que la sociedad se resiste, inmersacomo está en la indiferenciación entre lo que constituye el campo de las necesidades (instintos) y el de las significaciones en que el sujeto hablante se inscribe. Alejado de la naturaleza -el instinto- en el ser hablante rige la pulsión. Freud decía que la pulsión es Una: no reconoce la diferencia sexual. Estamos ya en el campo de la interpretación, del enigma. Sujetos al Otro del significante, esdecir, a la cultura.

Antes de dar voz a la singular experiencia de Tiresias, antes de hacer hablar al mito y a la palabra poética sobre el enigma de los sexos y del deseo, quisiera que nos acercáramos a las formas en que el pensamiento hace frente a lo que en nuestra subjetividad se presenta, en efecto, como enigmático. Lo sabemos en tanto nos atañe pues hace referencia al campo del amor yreproduce la tensión que en el ámbito cultural, en el terreno social, se constituye en la tensión -profunda ambivalencia- entre el sujeto y el Otro, o, en términos imaginarios, entre el Yo y el mundo.
Dialéctica marcada por la imposibilidad de lo Uno que la historia de la filosofía siempre ha obviado mediante el recurso que reduce el sujeto a su razón y la existencia al ser. Creo importante observarlo que hay en esa estrategia discursiva de defensa ante la fragilidad en que el ser y la razón se constituyen. Los discursos que organizan nuestro ser social, se encargan -es su función- de velar un Real insoportable, un imposible, un vacío, vacío de saber, de sentido, de significación.
La hegemonía del discurso de la ciencia lo aborda desde la negación: no hay vacío. La ciencia puede llenarlo,no en vano representa la omnipotencia del significante. El discurso de la religión reconoce el vacío pero lo llena con promesas futuras de felicidad. El discurso del arte se aventura a bordearlo, el sujeto artístico busca cernir ese vacío. Construye formas sublimadas que eleven el horror, el miedo, la carencia, a la dignidad sublime de la Cosa. ¿No es ésa la función de lo Bello? La manifestaciónde lo Bello intimida, prohíbe el deseo, que no lo olvidemos, es siempre el deseo interdicto, deseo indestructible que para Lacan tiene su máxima expresión en la figura trágica de Antígona. Pero la ciencia -¿la nueva religión?- reconvertida hoy en biotecnología ha venido a sustituir la dimensión trágica y ética del arte. En su lugar nos promete longevidad y repuestos tecnológicos que esperan, comoVíctor Frankenstein, crear vida, hacernos olvidar la caducidad del cuerpo. El positivismo de la ciencia y su criterio de verdad, reducido al saber empírico, se extiende hoy a todos los ámbitos y clausura el discurso del Arte, el único que -además del psicoanálisis- no reprime ni reniega del vacío, sino que lo bordea y lo explora. En el proceso de historizarlo, de darle representación, lo...