Lo Loca Erika
Al fin podré descansar, pensó; mientras se abría paso entre sus tupidas ramas que llegaban hasta el suelo. ¿Qué más podría desear?
Tendiéndose sobre latierra en su refugio vegetal trató de conciliar el sueño, pero el suelo estaba duro y mientras más el peregrino trataba de ignorarlo y descansar, más duro le parecía el suelo sobre el que estaba.Si al menos tuviera una cama, pensó.
Al momento surgió una imponente cama, con impolutas sábanas de seda, digna de un sultán. Brocados, lujosos tejidos de Samarkanda y las más suaves pieles cubríanel lecho. Y es que, sin saberlo, el peregrino había ido a sentarse bajo el mítico árbol de los deseos. Aquel árbol milagroso que es capaz de convertir en realidad cualquier deseo expresado bajo susramas.
El hombre se acostó en el mullido lecho relajándose.
¡Oh, que a gusto me siento, lástima del hambre que tengo!, pensó
Y ante él apareció una espléndida mesa cubierta con la más sabrosade las comidas, con ricos y variados platos exquisitamente preparados y servidos en la más extravagante de las vajillas. Sobre las más finas telas imbricadas de hilos preciosos se mezclaban oro, platay finísimo cristal con las más exóticas frutas y lujuriosos postres. Todas estas maravillas tomaron forma ante sus asombrados ojos. Todo aquello con lo que siempre había soñado en las solitariasnoches de su largo peregrinar estaba ahora ante él. El peregrino comía y comía con el temor de que tal prodigio desapareciera en el aire tan súbitamente como había aparecido. Pero, cuanto más comía, más...
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