Lo Maravilloso Seg N Todorov
Introducción a la literatura fantástica. (
2da. Ed.)
México, Premia, 1981. Cap.3
(disponible en:
http://www.catedu.es/IESLiteratura/lectura/cuarto_atras/imagenes/Todorov.pdf)
(…) Existe finalmente un “maravilloso puro” que, como lo extraño, no tiene límites definidos (vimos en el
capítulo anterior que hay obras muy diversas que contienen elementos de lo maravilloso). En el caso de lo
maravilloso, los elementos sobrenaturales no provocan ninguna reacción particular ni en los personajes, ni
en el lector implícito. La característica de lo maravilloso no es una actitud, hacia los acontecimientos
relatados sino la naturaleza misma de esos acontecimientos.
Se ve —señalémoslo al pasar— hasta qué punto resultaba arbitraria la antigua distinción entre
forma y contenido: el acontecimiento evocado, que pertenecía tradicionalmente al “contenido”, se
transforma aquí en un elemento “formal”. Lo contrario es también cierto: el procedimiento estilístico (y por
consiguiente “formal”) de modalización puede tener, como vimos en
Aurelia
, un contenido preciso.
Se acostumbra a relacionar el género de lo maravilloso con el del cuento de hadas; en realidad, el
cuento de hadas no es más que una de las variedades de lo maravilloso y los acontecimientos
sobrenaturales no provocan en él sorpresa alguna: ni el sueño que dura cien años, ni el lobo que habla, ni
los dones mágicos de las hadas (para no citar más que algunos elementos de los cuentos de Perrault). Lo
que distingue el cuento de hadas es una cierta escritura, no el status de lo sobrenatural. Los cuentos de
Hoffmann ejemplifican bien esta diferencia:
Cascanueces y el rey de los ratones
,
El niño extranjero
,
La
novia del rey pertenecen, por características de escritura, al cuento de hadas;
La elección de una novia
, en
el que lo sobrenatural conserva el mismo status, no es un cuento de hadas.
Las mil y una noches tendría
que ser caracterizado como una serie de cuentos maravillosos más que como cuentos de hadas (asunto
que exigiría un estudio especial). Para deslindar con precisión lo maravilloso puro, conviene eliminar de este género diversos tipos de relatos, en los cuales lo sobrenatural recibe todavía una cierta justificación.
1. Se podría hablar, en primer lugar, de un maravilloso hiperbólico. En este caso, los fenómenos son
sobrenaturales sólo por sus dimensiones, superiores a las que nos resultan familiares. Así, en
Las mil y
una noches
, Simbad el marino asegura haber visto “peces de cien y doscientos codos de longitud” o
“serpientes tan gruesas y largas que hubieran podido tragarse un elefante” (pág. 241). Pero tal vez se trata
de una simple manera de expresarse (estudiaremos este asunto al tratar la interpretación poética o
alegórica del texto); podría decirse, también, retomando un proverbio, que “los ojos del miedo son
grandes”. De todos modos, ese tipo de sobrenatural no violenta demasiado la razón.
2. Bastante próximo a esta primera variedad de lo maravilloso encontramos lo maravilloso exótico. Se
relatan allí acontecimientos sobrenaturales sin presentarlos como tales; se supone que el receptor implícito
de los cuentos no conoce las regiones en las que se desarrollan los acontecimientos; por consiguiente, no
hay motivo para ponerlos en duda. El segundo viaje de Simbad proporciona algunos ejemplos excelentes.
Se describe al principio el pájaro ruc, de dimensiones prodigiosas: su tamaño le permitía ocultar el sol, y
“una de las patas del ave. . . era tan gruesa como un grueso tronco de árbol” (pág. 241). Es indudable que
este pájaro no existe en la zoología contemporánea; pero los oyentes de Simbad ...
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