Lo mejor
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Mi padre era el dueño de la funeraria en nuestro pueblo. Por eso en nuestras conversaciones entre familia con frecuencia tocábamos el tema dela vida y de la muerte. El temor a la muerte me consumía. Algunas veces me imaginaba a mi misma acostada dentro de uno de los ataúdes de la funeraria de mi papá. Los dolientes llorando me rendían susúltimos respetos mientras pensaban si yo merecía o no entrar al cielo. Desde una temprana edad yo había entendido que había dos lugares posibles para pasar la eternidad después de la muerte, el cieloo el infierno, pero ¿quién podría estar seguro de un futuro eterno en el cielo? Me parecía que dependía de las buenas obras que la persona había hecho en su vida, o por lo menos si pensaban otros quesus hechos le abrirían la puerta al cielo.
Sufría mucho con estos pensamientos. Las imágenes que se formaban en mi mente solo confirmaban mis miedos. No quería dejar mi destino eterno a la suerte.La urgencia de estar segura me abrumaba. Sabía que la muerte podría ocurrirme en un momento a otro. ¿Cómo podría prepararme para llegar a esa hora final con seguridad y certeza de mi vida eterna en elcielo?
Aunque básicamente yo era una buena persona, sabía que muy a menudo hacía cosas malas. Siempre me preguntaba si mis mejores acciones eran suficientes para Dios… o si todo lo que hacíaalcanzaba su criterio… ¿Si muero hoy, me permitiría entrar al cielo de acuerdo a mis buenas obras?
Como si subiera una escalera sin fin de buenas obras, yo esperaba en vano que cada paso, cada escalón de mipropio esfuerzo, me acercara a Dios y al cielo – para lograr que Dios me aceptara. Pero después del último peldaño seguía otro. Luego otro. Y otro. Nunca finalizaba la subida. Siempre me esforzaba.Nunca lograba ser suficientemente buena.
La duda me asaltaba. La inutilidad y la frustración me importunaban. Esperaba tener la seguridad de que Dios me aceptara y algún día tuviera una relación con...
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