lo politico

 Lo político
Una cuestión de responsabilidad
Cristina Irene Ochoa
Recordemos a Freud afectado por la vejez, por su enfermedad terminal y por la expansión del nazismo en la Europa de 1930; nos sorprende privilegiando de todos los malestares que hacen al hombre, alque hace a la relación con los otros. La imposibilidad de la felicidad, que no podría no ser condicionada, se sostiene sobre un irreductible conflicto entre pulsión y cultura, o más bien, sobre el resto irreductible que resulta de la imposibilidad de recubrimiento entre ello e inconciente.

Desde el texto “Totem y tabú” Freud interpreta un acto inaugural, el asesinato del padre, que pone unlímite a la arbitrariedad de la autoridad del Otro y que funda por el pacto fraterno un lugar imposible para todos. Desde la lógica freudiana, esta renuncia es la condición del anudamiento entre ley y deseo, quedando, como efecto de ello, la doble vertiente de “ordenación”, de lo que queda sometido al orden simbólico y de lo que la excede.

Señalemos la confluencia entre la constitución misma delsujeto deseante y el origen de la organización social.

Esta dimensión trágica de la constitución de lo humano, destina al ser parlante a la orfandad y a la necesidad de repetir de modo ceremonial el sacrificio y la “ofrenda” que renuevan ( y suplen?) lo fallido de la operación simbólica.
Las sustituciones que vienen al lugar del padre muerto, desde el animal totémico hasta los dioses,constituyen la vertiente religiosa que ponen en equivalencia el síntoma neurótico y el ceremonial sacro. Se trata de una cuestión de estructura: ahí donde el Otro no existe, se lo hace consistir.
En este sentido podríamos hablar de la per-versión neurótica como la renegación de la inexistencia del Otro ofreciéndose como instrumento de “su” poder.

Propongo detenernos en un texto de Eduardo Gruner, (1)en el que analiza en la historia de la humanidad, la necesidad de diferenciar la dimensión de lo político y de la política. Se refiere al “conflicto fundante entre el caos del goce sin ataduras y el Orden de la regla” y sanciona como “Lo político”, precisamente, a lo que concierne al acto fundador. No se trata de las contingencias acontecidas, sino del modo trágico de la instauración de laposibilidad de la organización social. Retoma de Walter Benjamin el concepto de “violencia fundadora” y destacamos las consecuencias que extrae: “si la violencia es la que tiene el potencial de fundar una ley alternativa, es por esa vía que se puede mostrar que una ley instituida no es necesariamente La Ley.” La dimensión de la política, en cambio, aparece como producto de la represión de ese acto“constituyente”. La “representación” en el Estado, instituciones, normas, clase política, etc., producen vía la delegación, que se instituya el poder como algo “constituido, y con ello, se legitima la supresión de lo político. Responsabilidad, saber y poder caen en el campo del Otro.

Señalemos que desde esta lógica resulta equivalente la política a la religión y que el discurso del psicoanálisislo pensamos como una apuesta al ateísmo.

Lacan leyó en Marx el estatuto de síntoma en el pasaje de la sociedad feudal al capitalismo (2): se disfraza como relaciones sociales entre las personas y las cosas, como productos del trabajo, lo que es relación de explotación. La verdad reprimida, la dominación, da lugar al síntoma del proletariado, la suposición de la libertad e igualdad.
Queacordemos con Lacan la vertiente religiosa que significaría la reinstauración de esta dimensión de sentido pleno, el lugar del proletario como el Nuevo Mesías, no le otorga pertinencia a que nos aliemos a sostener lo que ya se denunció como reprimido. Me refiero a las formas modernas de sujeción sostenidas por los discursos dominantes bajo el disfraz de la libertad de mercado y del consumo.

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