Lo que hay debajo de un sombrero

LO QUE HAY DEBAJO DE UN SOMBRERO
Sabina lo sabe todo, incluso tiene previsto a su público. No en balde los largos, larguísimos años dey tantear audiencias alrededor del mundo de habla hispana le dan un sitio envidiable entre los cantautores, roqueros, trovadores o cualquiera que sea el género en el que se le busque catalogar, eso es lo de menos. Su figura con bombín se ha vuelto mucho másrecurrente que un cuadro de Magritte. Y es que el sombrero aquel lo ha acompañado en sus recientes aventuras de la última década, recientes como el público que lo sigue por hordas de auditorios nacionales y otros regionales donde Joaquín y su sombrero se han vuelto un ícono en el que caben ideas, palabras, corazones y anhelos ajenos que se visten de propio cada vez que pulsa una guitarra, cada vezque su no voz hace como que canta y estremece oídos y manos sudorosas que se aprietan creyéndose el destinatario de esa canción.
Joaquín es un torero. Sale a saludar al tercio aclamado por la afición conocedora y villamelona que se le entrega desde el momento del anuncio de su llegada, esa suerte de mesías musical y poeta que llena estadios y expectativas, su palabra es una especie de palabradivina para sus discípulos. Presenta a su cuadrilla y se abre de capa durante tres canciones recientes para que el público se acomode en sus asientos y sus sentidos. Agradece a los tendidos y continúa con la lidia hasta que da paso al segundo tercio. Sabina no pone banderillas, y ¿cómo hacerlo si se tiene semejantes subalternos? Ahí están Antonio García de Diego rematado de un elegantísimo Panamá,conocedor de la importancia de presentarse bien vestido al enfrentamiento con esa muerte que es la lidia musical de un público manso pero repetidor, al igual que el infaltable Panchito Varona y su Ferraro negro ¡No cualquiera usa sombrero en la cuadra de Sabina! Mención aparte merece Marita Barros y su interpretación de COMO UN DOLOR DE MUELAS que a más de uno hizo estremecer y su versión de Y SINEMBARGO, TE QUIERO de Quintero, León y Quiroga, andaluzada por ella misma y mira que se hace más que piernas y voz para hacernos olvidar a Olga Román ¿De dónde saca Sabina a esas mujeres? ¡Joder, que las medias caladas deberían de ser obligatorias! ¡Olé! Joaquín Ramón Martínez Sabina sabe muy bien cuando llega el tercer tercio y hay que torear de muleta. Liga templadas tandas con iniciadas convitolinas verbales y acabadas con pases de pecho de una poesía que da miedo, a unos cuantos centímetros de los pitones y alaridos del público que acusa de una más, una más por favor. Llega el momento de estoque y el de Jaén sabe cuartear la suerte, empinar muleta y bañar la espada hasta los gavilanes. El público hasta las banderolas cuaja de pañuelos blancos el tendido, le piden las orejas, le pidenel rabo, le piden que no se vaya, pero sobre todo, le piden el corazón. Sabina voltea a ver a su autoridad que no es más que él mismo y regala un toro más para llevarnos en el encoré hasta un abismo de sentimientos encontrados, de amor por él y por el prójimo, deseos de hablarle a un ser amado, a una mujer de hace años, tomarse una copa sólo, caminar largas horas por las calles vestidas de noche…Sabina sacó una bandera española con un retal morado cosido en lugar de la última franja roja. Algunos entendidos recordamos que era “su 14 de abril”, algunos otros nos soltamos a llorar.
No he querido hacer un recuento de canciones porque no tendría caso, los que lo hemos seguido fielmente desde aquel lejanísimo marzo de 1989 y hemos acudido a alrededor de una decena de conciertos y casi unaveintena de discos que nos sabemos de memoria sabemos que todas sus canciones son buenas, o lo decimos como un dogma de fe, que no es lo mismo pero es igual. Sólo diré que Sabina ya no es el de antes, no sé si mejor o peor, pero seguro distinto en la manera en la que arquitectura sus conciertos. Lejos quedó en su antigua energía de arrabal rocanrolero de movida Madrileña, más Atocha y Vallecas...