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Páginas: 97 (24066 palabras)
Publicado: 25 de noviembre de 2013
COMPENDIO DEL MANUAL DE URBANIDAD Y BUENAS MANERAS
DE
MANUEL ANTONIO CARREÑO
ARREGLADO PARA EL
USO DI LAS ESCUELAS
DE AMBOS SEXOS
TIP. MOGOLLÓN
CARTAGENA
DEBERES MORALES DEL HOMBRE
CAPITULO PRIMERO
De los deberes para con Dios.
I. — Basta dirigir una mirada al firmamento, o a cualquiera de las maravillas de la
creación, y contemplar un instante los infinitosbienes y comodidades que nos
ofrece la tierra, para concebir desde luego la sabiduría y grandeza de Dios y todo
lo que debemos a su amor, a su bondad y a su misericordia.
II. — En efecto, ¿Quién sino Dios ha creado el mundo y lo gobierna? ¿Quién ha
establecido y conserva ese orden inalterable con que atraviesa los tiempos la
masa formidable y portentosa, del universo? ¿Quién vela incesantementepor
nuestra felicidad y la de todos los objetos que nos son queridos en la tierra? y, por
último, ¿quién sino EL puede ofrecernos y nos ofrece la dicha inmensa de la
salvación eterna?
III. — Le somos, pues, deudores de todo nuestro amor, de toda nuestra gratitud, y
de la más profunda adoración y obediencia; y en todas las situaciones de la vida
estamos obligados a rendirle nuestros homenajes,y dirigirle nuestros ruegos
fervorosos, para que nos haga merecedores de sus beneficios en el mundo, y de
la gloria que reserva a nuestras virtudes en el Cielo.
IV. — Dios es el ser que reúne la inmensidad de la grandeza y de la perfección; y
nosotros, aunque criaturas suyas, y destinadas a gozarle por toda una eternidad,
somos unos seres muy humildes é imperfectos; así es que nuestrasalabanzas
nada pueden añadir a sus soberanos atributos. Pero El se complace en ellas y las
recibe como un homenaje debido a la majestad de su gloria, y como prendas de
adoración y amor que el corazón le ofrece en la efusión de sus más sublimes
sentimientos; nada puede, por tanto, excusarnos de dirigírselas.
V. — Tampoco nuestros ruegos le pueden hacer más justo, porque todos sus
atributos soninfinitos, ni, por otra parte, le son necesarios para conocer nuestras
necesidades y nuestros deseos, porque El penetra en lo más íntimo de nuestros
corazones; pero esos ruegos son una expresión sincera del reconocimiento de su
poder supremo y del convencimiento en que vivimos de que El es la fuente de
todo bien, de todo consuelo y de toda felicidad, y con ellos movemos su
misericordia yaplacamos la severidad de su divina justicia, irritada por nuestras
ofensas, porque El es Dios de bondad y su bondad tampoco tiene límites.
VI. — ¡Cuan propio y natural no es que el hombre se dirija a su Creador, le hable
de sus penas con la confianza de un hijo que habla al padre más tierno y amoroso,
le pida el alivio de sus dolores y el perdón de sus culpas, y con una mirada dulce y
llena deunción religiosa, le muestre su amor y su fe como los títulos de su
esperanza!
VII. — Así al acto de acostarnos como al de levantarnos, elevaremos nuestra alma
a Dios, le dirigiremos nuestras alabanzas y le daremos gracias por todos sus
beneficios. Le pediremos por nuestros padres, por nuestra familia, por nuestra
patria, por nuestros amigos, por nuestros enemigos, y haremos votos por lafelicidad del género humano, y especialmente por el consuelo de los afligidos y
desgraciados.
VIII. — No nos limitaremos entonces a esto, sino que recogiendo nuestro espíritu,
y rogando a Dios nos ilumine con las luces de la razón y de la gracia
examinaremos nuestra conciencia, y nos propondremos emplear los medios más
eficaces para evitar las faltas que hayamos cometido en el decurso del día.IX. — Es también mi acto debido a Dios, y propio de un corazón agradecido, el
manifestarle siempre nuestro reconocimiento al levantarnos de la mesa. Si nunca
debemos olvidarnos de dar las gracias a la persona de quien recibimos un
servicio, por pequeño que sea, ¿Con cuánta más razón no deberemos darlas a la
Providencia cada vez que nos dispensa el mayor de los beneficios, cual es el
medio de...
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