Lobos Y Soldaditos

Páginas: 8 (1859 palabras) Publicado: 10 de octubre de 2015
Lobos y soldaditos
Un día interminable, sin días ni noches, que dejó al desnudo las desgracias y los problemas de nuestra sociedad. Historias mínimas y un testimonio sobre los peores días del Tucumán de la última década.
Por: Indalecio Sánchez  | Fotos: Franco Vera
Lunes 9, 11 y pico de la mañana. Un mate para matar la modorra y repaso de SMS, llamadas, redes sociales y páginas webperiodísticas. No hace tanto calor como la semana pasada, pero está húmedo. La pereza desaparece con las novedades que llegan por el celular y por la computadora. Los policías están autoacuartelados y se habla de saqueos. Mate en mano, desde la verja de entrada de casa se observa normalidad: algunos pibes juegan en la calle, los perros ladran, el almacén de la esquina está abierto y no hay ninguna vecina a losgritos lanzando la tradicional voz de alarma. No pasa nada. Igual, se huele algo malo, algo raro. Es como ese dolor de rodilla de una vieja lesión que anticipa casi sin error que se aproxima la lluvia.

A  la siesta la rodilla duele más. Nuevos SMS y tweets alertan sobre bandas itinerantes listas para perpetrar arrebatos. En auto y hacia el centro. Del Este hacia el corazón de la ciudad elpanorama es distinto al del barrio. Vecinos nerviosos se mueven en las veredas; van y vienen, cual hormigas alertas ante el pisotón de algún extraño.

Una, dos, tres, cuatro estaciones de servicios en el camino. Cerradas. En una quinta, la playa está abierta. ¡Bien! La luz amarilla de falta de nafta venía haciendo guiños hacía un rato. ¡Mal! Un guardia pide que los automovilistas sigan derecho. "No sevende", avisa. Esto es raro. En la radio se escucha a una locutora que confirma que ya había comenzado el primero de los dos peores días que íbamos a sufrir los tucumanos en la década: atacaron una distribuidora de lácteos en la -vaya paradoja- avenida Néstor Kirchner. Acelera el auto y el corazón.


Ya en el microcentro, la postal muestra más anormalidad: en las peatonales los comercios estáncerrados y los empleados colocan cartones, papeles y rejas en las vidrieras. Otros, quitan la mercadería y la llevan adentro. Varios se concentran en la calle con palos y cualquier elemento contundente que sirviera como arma.
A la calle. Las advertencias sobre más desmanes se desparraman por cada punto de la provincia. Una voz en el teléfono avisa que en la avenida de Circunvalación, entre Alderetes yBanda del Río Salí, grupos de personas de la Costanera saquean un camión con mercadería. Miro el tablero y ya ni guiños me hace la señal de nafta. ¿Cómo hacemos?, dice un colega y copiloto de noticias, que se había trepado al vehículo para relatar el desastre. Al fondo de la avenida Benjamín Aráoz parece estar el tesoro líquido. La estación de servicio ubicada en el cruce con avenida CoronelSuárez está abierta y se ven motos y autos cargando combustibles. Hacia allí enfilamos, subimos a la playa y a esperar nuestro turno. Pero no. En otra escena, al mismo tiempo, un grupo de unas 20 motos y de una camioneta cargada de gente comenzó a los tiros contra una sucursal de Luque ubicada frente a la estación de servicio. Crecen la adrenalina y el caos. Frente nuestro se estacionan varias motoscargadas de vándalos. Una de ellas pasa a mí lado y se detiene. El conductor, adolescente, va a las carcajadas junto a un gordito veinteañero que empuña una tumbera. El arma casera posee un hierro largo horizontal y dos verticales (de distinto tamaño) envueltos en cinta aisladora roja. Parecía una escena de la National Geographip: la presa (el súper), rodeada de lobos (los saqueadores) esperando elmomento para perpetrar el ataque.
Vuelan las piedras y los tiros. Una pasa por la izquierda de mi cabeza y por la derecha de mi vehículo. “Luisao” –mi compañero- sale corriendo hacia el corazón del conflicto. Ambos, teléfonos en mano, buscamos retratar lo que sucede. No es sencillo. Miedo, balas y "lobos" que no quieren que les apunten mientras ellos ajustan la mira hacia el botín. "Yo filmo,...
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