locos
Miré a mi papá que seguía mirando por la ventana. Su hermano. La verdad es que yo no lo veía mucho, salvo en mis cumpleaños a los que nunca faltaba. Sí a los de mi hermana y mis papás, a ellos sólo los llamaba. Igual no parecía molestarles. Loveía una vez al año, eso era todo. Sentía que estaba mal no sentir tristeza, aunque sí sentía lástima por mi papa. Él lo quería mucho. Mi mamá había seguido hablando todo ese tiempo, nos explicaba que iba a pasar el día siguiente. Lo íbamos a “velar”. No quise preguntarle en ese momento qué significaba, se lo preguntaría más tarde a mi hermana.
El viaje al funeral – no entendía por qué nohabía usado esa palabra mi mamá – fue muy callado. No había escuchado hablar a mi papá muchas veces desde que me aseguró que estaba bien cuando fui a preguntarle. No me había dado esa impresión. La última vez que había hablado había sido justo antes de salir de casa para pedirme que me portara bien en el funeral y que fuera respetuoso porque mi tío me quería mucho. Se lo prometí.
Cuando bajé de micuarto cambiado y listo para irme, escuché a mis papás discutiendo en voz baja. Me escondí para poder escuchar, aunque no oía bien lo que decían. Escuché a mi papá decir algo de un cuerpo y alguien teniendo el derecho de verlo una última vez, y mi mamá respondiéndole que de ninguna manera, que ese alguien era demasiado chico. Mi papá había empezado a decir algo de que el día que le dijeran a esealguien la verdad se arrepentiría de no haber podido ver, por última vez, el cuerpo, pero el sonido de mi hermana bajando las escaleras lo interrumpió y se calló inmediatamente.
Mis papás no hablaron en todo el viaje hasta el funeral y una vez adentro la situación no cambió. Apenas cruzamos las puertas, algunos de mis parientes que ya habían llegado se acercaron rápidamente a saludarnos y darnosabrazos. Incluso mi otro tío que siempre me saludaba apretándome la mano me dio un fuerte abrazo. Como había prometido a mi papá portarme bien, me pareció que la mejor manera sería estar callado, así que fui a sentarme al sillón que estaba vacío sin saber bien qué hacer. Pero parecía que quedarme callado no era lo que los demás esperaban de mí, ya que todo el tiempo se acercaba un familiar apreguntarme cómo estaba, si me sentía bien, que no me pusiera triste. No me animaba a decirles que no estaba triste, así que sólo asentía con la cabeza. La mayoría sonreía cuando me veía hacerlo y se iba a hablar con alguien más, pero de todos modos me seguían mirando.
Cuando llegó mi abuela todos fueron a saludarla y abrazarla en seguida. Ella respondía a todos los saludos como podía pero la...
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