logica aristotelica



LAS DIMENSIONES INTERNAS DE LA GUERRA DE SUCESIÓN


La Guerra de Sucesión a la Corona de España ofrece una doble vertiente: un conflicto in-
ternacional y una contienda civil. Durante la década de 1702-1712, la sucesión borbónica se con-
virtió en una realidad frágil y precaria. La Península Ibérica fue uno de los escenarios en que se ventiló lacontienda dinástica europea entre Austrias y Borbones, pero también, yuxtaponiéndose al conflicto internacional, se produjo la prolongada emergencia de una guerra interior de carácter político y social. La lucha no se convirtió en guerra civil en la Península hasta 1705. Hasta esta fecha la conflagración bélica fue un conflicto internacional que enfrentó exclusivamente a Borbo-
nes y Habsburgos y susrespectivos aliados. Como conflicto civil la Guerra de Sucesión afectó a los distintos territorios de la Monarquía Hispánica y enfrentó a las Coronas de Castilla y de Aragón.
Supuso un enfrentamiento no sólo entre partidarios de Felipe de Anjou y de Carlos de Austria, sino que en ella se entremezclaron pugnas y antiguos antagonismos sociales todavía no resueltos a comienzos del siglo XVIII.Las dos opciones, francófila y austrófila, forzaron alineamientos políti-
cos distintos tanto en el seno de la Corona de Castilla como en el de la Corona de Aragón. Castilla fue mayoritariamente proborbónica, sin que faltaran en ella minorías que defendieran la candidatu-
ra al trono del Archiduque Carlos de Austria, y la Corona de Aragón fue mayoritariamente pro-
austracista, sin que estuviesenausentes en cada uno de sus reinos importantes minorías y reductos filipistas. Así, en los territorios catalanoaragoneses se registraron enfrentamientos entre “botiflers”,
como se conocía despectivamente a los partidarios de Felipe V, y “maulets”, como se denominaba a los leales a Don Carlos. Por tanto, ni la adhesión al Archiduque fue una cuestión asumida en bloque por catalanes, valencianos,aragoneses y mallorquines, ni Castilla se decantó unánimemente por Felipe V. Destacaremos, por otro lado, que los privilegiados y los que les estaban sujetos tendieron a tomar opciones opuestas. No obstante, el desarrollo de esta vertiente del conflicto tendrá después consecuencias decisivas para la futura configuración territorial de la Monarquía española.
Carlos II de Habsburgo, enfermodesde niño e incapaz de engendrar un heredero, poseía el
imperio más extenso en manos de un monarca europeo. El declive de ese imperio había comenzado
en el siglo XVII con la independencia de las Provincias Unidas (Holanda) y de Portugal y la pérdi-
da de los territorios catalanes del Rosellón y la Cerdaña en beneficio de Francia. Con todo, el
dominio español de la Casa de Austria a finalesdel Seiscientos todavía se extendía por gran parte
del occidente de Europa al estar formado por los reinos de la Corona de Castilla, de la Corona de Aragón y de Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, los Países Bajos meridionales, Luxemburgo, Milán, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y los presidios de Toscana. A ello se añadía el enorme imperio colonial en el continente americano. Semejante patrimonioparecía lógico que recibiera una aten-
ción preferente en las cortes europeas desde que en la década de 1660 resultara previsible la extin-
ción de la línea masculina de los Habsburgo en España. Tanto Luís XIV como Guillermo de Orange, Estatúder hereditario de Holanda y rey de Inglaterra desde la “Gloriosa Revolución” de 1688, se decantaban por la partición de la herencia de Carlos II. La corte deMadrid, en sentido contrario, buscaba apoyos para el mantenimiento íntegro de ese dominio territorial. La muerte en 1699 del pequeño hijo del Príncipe Elector de Baviera, un candidato equidistante de los derechos
sucesorios reclamados, de un lado, por Luís XIV y, de otro, por el Emperador Leopoldo I de Habs-
burgo, hizo de la división un hecho consumado. En ese contexto, la conciencia de la...