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Los yates de lujo, plataformas exclusivas para fiestas y encuentros entre grandes estrellas del cine, ya están fondeando frente a la playa de Cannes. Cerca, el hotel Carltonha quedado enterrado bajo el gigantesco tinglado de cartón piedra que anuncia la llegada este domingo de la última aventura de Indiana Jones: arqueólogo, aventurero y madurito más que interesante. Laabigarrada y ultracara localidad de la Costa Azul francesa es, un año más, el centro de todas las miradas de la comunidad cinematográfica del mundo. Un complejo equilibrio entre industria y artemantiene al certamen francés como festival de festivales. Cannes representa lo mejor y lo peor del cine: su lado más arriesgado y moderno frente a su escaparate más superfluo. Moverse entre ambos sin caeren una insalvable contradicción: ésa es su principal seña de identidad.
Blindness, del brasileño Fernando Meirelles, abría anoche la 61ª edición. Pero horas antes, el mercado empezaba a bullir con unanoticia bomba: la continuación de Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, ya está en marcha y los productores, Paramount Vantage y Overture Films, la ponían ayer a la venta. El documental no tiene títulopero sí fecha de estreno: primavera de 2009. Moore volverá a la carga contra George Bush, como ayer lo hizo Sean Penn, presidente del jurado de este año, en la multitudinaria rueda de prensa en la queel actor estadounidense se presentó junto a sus compañeros de tribunal: la actriz francesa Jeanne Balibar, la rumano-alemana Alexandra Maria Lara, la estadounidense Natalie Portman, el italianoSergio Castellitto, el cineasta mexicano Alfonso Cuarón, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, el francés Rachid Bouchareb y la franco-iraní Marjane Satrapi, autora de Persépolis. La primera intervenciónde Penn fue clara: "No utilicen la palabra juzgar, porque nosotros no vamos a juzgar ninguna película. Sólo celebraremos algunas, sin herir a las demás". Con su habitual intensidad en la mirada,...
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