lola

Capítulo 4
l- Entre 1860 y 1870 un alemán miope, serio y de baja estatura, estudiaba medicina en la universidad de Gotinga. Se llamaba Roberto Koch. Ocupado en atender a los locos furiosos y a los incurables, difícilmente podrían llegar a sus oídos los ecos de las profecías de Pasteur sobre la existencia de seres tan terribles como los microbios asesinos. Frau Koch le regalo a Roberto unmicroscopio, que lo llevo a aventuras mucho más curiosas, lances extraños, soñados por Pasteur, pero que hasta entonces nadie había experimentado y que se originaron en los cadáveres de ovejas y vacas. ¿Qué es lo que sabían los médicos sobre las misteriosas causas de las enfermedades? A pesar de su brillantez, los experimentos de Pasteur nada probaban acerca del origen y la causa de los padecimientosde la humanidad.
ll-Koch ponía gotas en la sangre negra de vacas muertas de carbunco, entre dos láminas de cristal muy delgadas y perfectamente limpias; un día, al mirar por el microscopio, vio entre los diminutos glóbulos verdosos, unas cosas extrañas, que parecían bastoncitos cortos, que flotaban entre los glóbulos sanguíneos. Un día encontró un procedimiento seguro para contagiar el carbunco alos ratones; cogió una astillita de madera, la mojó en sangre, de ovejas muertas de carbunco, y después, con un bisturí le hizo un corte, en el que insertó la astillita empapada en sangre y colocó el ratón en una jaula aparte.
A la mañana siguiente encontró al ratón muerto. Calentó los bisturís para hacerle la disección, abrió el bazo y puso sobre un portaobjetos una gota del líquido negruzcoque exudaba. Vio Koch que había conseguido contagiar la enfermedad a un animal como un ratón. Con sus propias manos construyó una estufa de cultivo rudimentaria. Y un día se le ocurrió un procedimiento, para ver cómo se desarrollaban los bastoncitos.
En una lámina de cristal muy delgada, colocó una gota de humor acuoso de ojo de buey, de un animal sano recientemente sacrificado; en esta gotaintrodujo un fragmento de bazo de un ratón muerto de carbunco y sobre la gota colocó otra lámina de cristal más gruesa. Los bastoncitos a la deriva habían empezado a multiplicarse. Con mucho cuidado empapó una astillita en la gota pendiente pletórica de microbios de la octava generación e introdujo con gran destreza la astillita bajo la piel de un ratón sano.
Al día siguiente Koch sentado ante elmicroscopio, con un trozo de bazo del ratón muerto entre dos láminas de cristal, había demostrado que los bacilos procedentes de la gota pendiente eran tan mortíferos como los del bazo de una oveja muerta de carbunco.

lll- Koch no podía creer que el responsable de tal enfermedad fuese un pequeñísimo bacilo de una milésima de milímetro de largo y moría con tanta facilidad en un portaobjetos,queríadescubrir Cómo podían estos bacilos resistir el invierno en os campos y en las montañas durante años enteros. Conservó una gota pendiente a la temperatura del cuerpo del ratón y encontró que Los contornos de los filamentos se habían vuelto borrosos y estaban tachonadosen toda su longitud de pequeños óvalos, que brillaban como cuentas de vidrio, infinitamente minúsculas. Los bacilos se habíanconvertido en aquellas perlas. Secó la gota pendiente y en mes volvió a examinarla al microscopio; allí seguían las extrañas sartas de perlas, tan brillantes como el primer día.se le ocurrió un experimento: tomó una gota de humor acuoso de ojo de buey y la colocó sobre la mancha seca que habían dejado los bacilos convertidos en cuentas. La sorpresa que le causó ver cómo las cuentas volvían aconvertirse en bacilos ordinarios y más tarde en largos filamentos, se dio cuentas que las cuentas eran esporas de los microbios y de esa forma resistían el fio, calor y sequedad. Koch se dedicó a una serie de ensayos Para ver si era cierta su conjetura pudiendo comprobar que todos los filamentos se transformaban en esporas cristalinas. Con otros experimentos encontró que las esporas conservaban su...