LOLOL
Clara salió a la vereda del hospital cargando el bebé en sus brazos. La noche se había presentado bastante fría. Envolvió mejor al bebé y procuró un taxi con la vista, pero solo había autos de particulares estacionados en aquella cuadra. Entró de nuevo al hospital y le pidió a una enfermera que le llamara un taxi. La enfermera, que estaba tras una ventanilla, llamó con desgano yvolvió a ojear una revista. Clara le agradeció, sonriendo con falsedad, y volvió a esperar en la vereda.
Pasaron los minutos y nada, el taxi no llegaba. Impaciente por la espera, Clara decidió irse a pie; su casa no estaba tan lejos.
Caminaba rápido porque todavía estaba enfadada. Había llevado al niño de tarde, a un control programado que no podía evitar, pues no deseaba tener problemas, ydemoraron tanto en atenderla que cuando lo hicieron ya estaba de noche. Clara quiso marcharse pero un doctor la hizo pasar. Ella temía que le hallaran algo raro, que se dieran cuenta, pero cuando lo examinaron solo era un niño normal.
Al llegar a una cuadra oscurecida por las sombras de unos árboles, una silueta humanoide contrahecha, pequeña y de andar desparejo le salió al cruce y le exigió:
-¡Dame el bebé!, ¡dame el bebé!…
- ¡Nunca! -gritó Clara, y sacando un amuleto de un bolsillo de su abrigo se lo presentó al ser aquel.
- ¡Ah! ¡Dame el bebé! ¡Dame… ah! -y contra su voluntad la criatura retrocedió hasta las sombras.
Entonces el bebé abrió con sus brazos la manta que lo cubría y dijo con una voz aguda y áspera:
- ¡Suéltame, maldita bruja! ¡Suéltame!…
- ¡Silencio! -le ordenóella, y le puso el amuleto frente a la cara, haciendo que el bebé se volviera a cubrir.
- Pronto me apreciarás. He domesticado a peores engendros que tú -le aseguró la bruja.
Fuera de la tumba
Fonseca miró largamente el campo santo, como un campesino miraría la tierra sembrada
por sus manos. Ciertamente él había “sembrado” aquel cementerio, era el sepulturero.
La tarde llegaba a sufin. El cielo estaba de color plomizo, y un viento frío lo obligó a
sujetar su sombrero, para que no saliera volando. La ráfaga pasó silbando entre las
lápidas, y en ese momento el viejo Fonseca creyó oír algo.
Giró buscando el origen del ruido, bajó la mirada hacia una tumba reciente, venía de allí.
¡Por todos los cielos! - exclamó - ¡Hay alguien vivo!
Ya tenía la pala entre sus manos. Cavócon frenesí hasta golpear las maderas del ataúd.
Hizo palanca con la pala y la tapa se abrió con un largo rechinido. En ese momento ya
estaba casi de noche, y en la oscuridad de la fosa, un cuerpo se irguió en el ataúd hasta
quedar sentado, a la vez que emitía un grito espeluznante.
Si bien el viejo esperaba encontrar alguien vivo, no esperaba aquella reacción, por lo
que se asustóbastante. Después de reponerse del susto, se inclinó y distinguió
que era una mujer. La mujer dejó de gritar y miró el ataúd en que estaba, los lados de
la fosa, y por ultimo clavó su mirada en el sepulturero.
- ¡Hambre! - dijo la mujer tras balbucear algo incomprensible.
- ¡Ah! Tiene hambre, es lógico, después de estar enterrada… - En ese momento Fonseca
se acordó que había cavado aquellafosa una semana atrás.
Le pareció raro que se mantuviera viva tantos días, pero quién era él para dudar de un
milagro. La ayudó a salir y la llevó a su hogar, situado allí mismo, en el cementerio.
La mujer seguía repitiendo que tenía hambre, aunque cada vez se le entendía menos.
Una vez adentro el viejo encendió unas velas. Al iluminarse la habitación, el viejo
recién notó lo mal que seveía la mujer. De no ser porque estaba parada frente a él,
podría jurar que estaba muerta, y ya se estaba descomponiendo. Tenía el cabello todo
revuelto y la mirada inyectada en sangre.
Arrimó una silla y se la ofreció:
- Tome asiento - le dijo -. Voy a encender la chimenea, después voy a ir al pueblo
a buscar al Doctor - Fonseca buscó dentro de un mueble -. Por aquí tengo pan y queso....
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