Loquesea
Navegando, navegando, llegaron Ulises y sus hombres al país de los cíclopes, gente con un solo ojo redondo en la frente, todos orgullosos y gigantescos, acostumbrados a vivir de los frutos que daba la tierra. Allí enfrente sobresalía del mar una isla pequeña y desierta, con un puerto tranquilo. Ulises dejó allí a sus compañeros y, curioso como era, fue con su propianave y algunos hombres hasta la tierra de los cíclopes, los cuales no debían andar muy lejos porque hasta la orilla llegaban sus voces, los balidos de sus rebaños y el humo de sus hogares.
Y he ahí que, en cierto extremo, descubrieron una cueva, cerca del mar, sombreada por laureles, que servía de aprisco a innumerables rebaños de ovejas y cabras. En ella hacía noche Polifemo, hijo de Poseidón,un monstruo espantoso, alto como un pino de la sierra. Ulises dejó la nave y con doce compañeros escogidos se metió en la cueva. Llevaba un pellejo de vino negro y dulce y un zurrón de pan.
El cíclope no estaba en la cueva, sino que andaba de pastoreo. Los griegos entraron y lo escudriñaron todo, y convinieron en apoderarse de unos cuantos quesos y marcharse; pero Ulises insistió en queesperasen a Polifemo. Encendieron fuego y cenaron.
De pronto sonó un gran estruendo: era el gigante que, entrando, descargaba un haz de leña para hacerse la cena. Todos se acurrucaron al fondo de la cueva. El monstruo metió dentro el ganado para ordeñarlo, y cerró la entrada con una piedra tan enorme que veintitrés carretas de cuatro ruedas no hubieran podido arrastrarla. Hasta despuésdel ordeño y de haber bebido algo de leche y haber dejado el resto en las vasijas para cenar, no echó de ver que tenía visita.
- ¿Quiénes sois? -preguntó con voz de trueno-. ¿Mercaderes o piratas?
- Somos griegos que volvemos errantes de Troya, del disperso ejército de Agamenón -respondió educadamente Ulises-.Venimos a abrazar tus rodillas y a pedirte hospitalidad en nombre deJúpiter, protector de los suplicantes y de los forasteros.
- No sabes lo que te pescas si crees que a los cíclopes nos importa Zeus -dijo Polifemo.
Y, acercándose de un salto, cogió a dos de ellos, los estrelló de cabeza contra el suelo y se los tragó crudos y enteros. Después se durmió, tumbado en medio de la cueva. Ulises, dolido y rabioso, estuvo a punto de ir a clavarle su espada enlos hígados, pero se contuvo, pensando que ellos no podrían quitar el peñasco de la puerta. Suspirando, aguardó el alba.
Al amanecer, el cíclope volvió al ordeño, cogió dos hombres más, se aderezó el almuerzo, y cuando estuvo harto sacó el rebaño y se fue, después de dejar bien cerrados a Ulises y a los ocho hombres.
El astuto Ulises tuvo una idea. Cogió una maza del gigante,larga como un mástil de nave, la cortó, la aguzó y, cuando hubo endurecido la punta al fuego, la enterró bajo el estiércol. Por la noche, el cíclope se cenó otros dos hombres; pero he aquí que Ulises se le acerca con un tazón de vino tinto:
- Toma, cíclope, bebe; para que sepas qué presente era el que te traíamos.
Polifemo lo apuró; y, como le gustaba, pidió más:
- Dime tunombre para que, a mi vez, te ofrezca presente de hospitalidad.
- Me llamo Nadie -contestó Ulises.
Polifemo comenzó a tambalearse y pronto cayó de espaldas, dormido y roncando. Entonces los seis hombres y el héroe pusieron roja al fuego la punta de la estaca y se la hundieron en el ojo. El monstruo pegó un salto y comenzó a gritar como un loco. Los cíclopes acudieron de todaspartes.
- ¿Qué es eso, Polifemo? ¿Por qué vociferas así y nos quitas el sueño?
- ¡Amigos, Nadie me mata!
- Pues si nadie te mata, es que Zeus te manda alguna enfermedad. Acude a tu padre, Poseidón.
Y se volvieron, burlados por la treta de Ulises. Por miedo a que sus cautivos se escapasen, el cíclope, ciego, se sentó en el umbral; pero Ulises imaginó otra estratagema....
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