Los algarobos tambiem sueñan
El “maestro” llenaba teatros, ahí donde iba con su guitarra vieja. Muchos aún lo recordaran de la manera habitual comohacía su entrada en escena. Subía solo, con ese aire de profeta cansado, colocaba una silla en el centro del escenario, como en su casa. Con esa sonrisa triste de viejo que ha visto pasarmucho agua bajo el puente de la vida. Dos o tres saluditos, un golpecito a la caja del instrumento y el silencio pedía permiso para entrar. Cantaba en su idioma gaucho ...hablaba unpoquito, contaba algunas anécdotas con elegancia sabia y terminado el repertorio era el delirio.
De este modo lo recordaba el periodista Germán Arciniega en su nota publicada en LaNación: “La voz del argentino iba desgranando la vida de la pampa. Unos granos de libertad en la pampa solitaria. Como quien riega trigo. En las montañas de Cuyo, de Mendoza ...era unaArgentina recóndita, lejana ...Y en el corazón de París la guitarra de Atahualpa hacia vibrar, estremecer a los estudiantes del Barrio latino, que se sentían envueltos por el polvo quearrancaban los caballos pamperos.
Se lo veía entrar en el escenario a Atahualpa y podría jurarse que acababa de entregar las riendas del caballo al mozo en la puerta trasera del teatro, c
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