los animales y sus vicios

PARTE II: Los chanchos.

¡Cuánto lodo hay en este lugar! – pensó, sanamente quitó sus valerianas y siguió descalza, no quería ensuciarlas pertenecían a la decimoquinta generación de la familia.El lodo alcanzaba casi un centímetro de su cintura, pero necesitaba caminar no importaba el olor, no importaba el color, igual las valerianas estaban a salvo, no podían ensuciarse eran demasiadorosadas; rosadas como la de las damas de honor, rosadas como el barniz de uñas de una muñeca de porcelana, rosadas como sus mejillas cuando se sonreía, ¡rosadas! Como un grande y gordo chancho que lamiraba de lejos.
La cosa se ponía fea, detrás del chancho, miles de chanchas y chanchitos la miraban, ¡como no lo pensó antes! estaba en su casa…caminaba y pisoteaba sin quererlo la casa de loschanchos, que gran temor comenzó a sentir…
De repente el chancho la miró penetrantemente, al cabo de un rato de largas miradas ella se dió cuenta, no la estaba mirando a ella, no, no, no, miraba lasvalerianas. Las rosadas, las perfectas, las mejillas, ¡la decimoquinta generación! Era ella y sus valerianas, ¡sus valerianas!, pero el chancho las quería.
Corrió por el lodo, pero claro, los chanchoscorrían más rápido, ellos vivían allí, era su ambiente, se deslizaban cual pez en el agua, a pesar de correr tanto como pudo se tendió en el lodo y las dejó caer, el chancho sonriente tomó las valerianasmiró a una chancha de unos treinta y cinco o más, no parecía su esposa en fin, eso no viene al caso…trató de poner las pequeñas zapatillas en la grotesca pata callosa , incluso las rasgó un poco porque ala chancha no le entraban, la abofeteó por ser tan chancha, pero se las puso.
Se la veía de lejos a la criatura rosada saltando en el lodo con las tan apreciadas, tan pequeñas, tan de ellas ahoramarrones y malolientes…valerianas.

A veces hay que entregar lo más bello a aquellos que necesitan felicidad.
La chancha seguiría siendo chancha, pero entre todos los chanchos ella era la de las...