Los años falsos

Todos hem os venido a verme. La tarea de aliiio sera larga porque
es fecha especial: aniversario. EI tercero, el cuarto, ya no
se. Teni? quince aiios y acabo decumplir diecinueve. EI cuarto
aniversario.
Como siempre, yo no hago absolutamente nada. Me cruzo
de brazos. Estoy de visita con mi corbata negra. Vengo averme,me recibo en silencio y me agradezco las flores que traje:
hortensias, mis predilectas. Esas hortensias tumultuosas, apretadas,
j6venes, cuyo color est a casi pordespuntar, pero que
aun no se sabe si seran azules 0 lilas 0 rosadas.
Ellas-mi madre y mis dos hermanas, gemelas, de trece aiios
y desesperantemente iguales -son las que hacen 10 habitual en
estos casos: remueven la tierra; cortan las hojas secas; cambian
el agua de los floreros; lavan la pequeiia lapida y la cruz;podan
la bugambilia que trasplantaron y que se dio tan bien, y
pintan nuevamente la rejita de alambr6n que bordea la turnba.
Yo las observo. Ahi estan las tres,fatigadas, sudorosas, sucias;
como en la casa, los sabados que "escombran". Cuando
terminen se bajaran las mangas y se sacudiran la tierra que ha
puesto grises susvestidos negros. Luego moveran los labios en
silencio, como si rezaran. 0 tal vez, en efecto, recen. Eso ya no
me incumbe. Rezan por el. Lo demas si, sobre to doporque
nunca quedo conforme. Una tumba no es una cocina, pero
ellas la arreglan y la frotan y la pint an como si 10 fuera. Tres
eficaces y activas amas de casaarrancandome las hojas secas,
que son precisamente las que me gustan, y podandome la bugambilia
para que no tape nuestro nombre y no trepe por la
cruz y la oculte.