los chinos querian sombreso vueltiaos

'Los chinos no pudieron contra los tejedores de Vueltiaos'

Periodista de EL TIEMPO que destapó escándalo visitó el resguardo de Tuchín, cuna del sombrero.
Como un colibrí incesante en su revolotear sobre una flor, las manos de Juana Isabel Peña se mueven sobre los delgados hilos de caña flecha con los que, victoriosa, trenza un sombrero vueltiao original, en el resguardo indígena de Tuchín.Añade un ladrillo poderoso al andamiaje ancestral que su raza ha cultivado por siglos y que unos chinos ambiciosos pusieron a tambalear con una réplica que se vendió como arroz en Colombia, pero que es de material sintético, producido en serie por máquinas.

Ella, que no sabe leer ni escribir, pero marca los sombreros con el nombre que le pidan, explica, con un criollismo socarrón, que loschinos podrán tener las máquinas más modernas pero no tienen lo que a ellos les sobra: intuición, malicia y picardía.

Es una india zenú pura, menudita, con algunos mechones blancos adornando su lacio cabello, que habla sin dejar de mirar sus dedos de prestidigitadora, y que al verla de inmediato se ve al nativo legendario que retrató David Sánchez Juliao en su composición El indio sinuano.

Elsinuano inventó las terrazas hidráulicas para evitar inundaciones y el sombrero de caña flecha con figuras de su mundo y códigos de matemática precisión, para protegerse del sol, dominar a las culebras y como amuleto de amor.

La tejedora mueve sus dedos, entonces, como aventajado acordeonista: con pasión, pero sin apuro. Alguien la llama y deja el manojo de tiras de caña flecha secas en elpiso; se levanta, le echa un vistazo al fogón de leña donde prepara el almuerzo, le da un vaso de agua al menor de sus nietos y se sienta de nuevo a seguir tejiendo.

Todo, como parte de un ritual que se transmite "por la sangre", especie de ADN que permite dibujar estas obras de artes hasta con los ojos cerrados, pero que ningún otro pueblo en el mundo ha podido imitar. Ni los chinos.

JuanaIsabel lo resume con su inteligencia de india sabia: "Es que nosotros somos gente, no máquinas. Así fue y así será por siempre, porque para nosotros hacer un sombrero no es un trabajo, es algo tan necesario como reír".
Un no rotundo
Medardo de Jesús Suárez, el marido de la pequeña y perspicaz mujer, recuerda que primero los chinos llegaron a Tuchín camuflados como turistas en una de las feriasartesanales que se hacen a comienzos de enero.

Después lo buscaron, por intermedio de unos antioqueños, para que se fuera a China a enseñarles los secretos de la milenaria tradición zenú.

Medardo, un zambo locuaz y amable, que tiene la virtud de la fábula en su palabra y quien ha sido el vocero de la comunidad tejedora de Tuchín desde hace más de 20 años, se negó de manera rotunda.

Sabía quesi aceptaba el ofrecimiento podría provocar un cataclismo cultural. "Con los españoles perdimos el oro, las tierras, las costumbres (como comer babillas), y hasta nuestros nombres originales. Solo nos quedaba el sombrero de caña flecha, y si les entregábamos nuestros códigos, íbamos a desaparecer de la faz de la Tierra", advirtió.

Por eso, cuando estalló el escándalo de la venta de sombreroschinos que copian a los sinuanos, denunciado por EL TIEMPO, se recobró rápidamente de la primera impresión.

"Al principio pensé que nos habían jodido; después, analizando la situación, supe que esa pelea ya estaba ganada, porque los chinos no pudieron con las pintas", sentenció.
Una historia en cada trenza
Para Medardo, las razones del triunfo tuchinero sobre los chinos están matizadas porenramajes poéticos que han cabalgado por centurias en la tradición y en la sangre del pueblo zenú.

Por eso está tan seguro de que una persona que no lleve la sangre de ellos en sus venas, que no haya sentido el olor de la caña en los calenturientos mediodías de marzo y que no haya vivido en carne propia las peripecias del amor que hay en el lento trasegar que termina en un sombrero, no puede con...