Los decretos de nueva planta
La libertad de los modernos, por el contrario, consistía,en la independencia individual, garantizada por leyes que amparasen el desenvolvimiento autónomo de un ámbito privado construido en torno a derechos individuales, básicos e innegociables. Era elderecho de todos los individuos a su propia seguridad e intimidad; a no estar sometidos más que a las leyes; a poder ir y venir, opinar y reunirse sin pedir permiso; a elegir un oficio, ejercerlo ydisfrutar de sus réditos; a observar el culto que cada uno prefiriese. El derecho, en suma, a “no tener que rendir cuentas a nadie de sus motivos y objetivos, a llenar sus días y sus horas de la maneramás acorde con sus inclinaciones y fantasías”.
Buena parte de la historia contemporánea se entiende por la pugna entre esas dos concepciones de la libertad. La positiva, entendida como participaciónactiva en la cosa pública, y la negativa, empeñada en definir un espacio de independencia individual ante la comunidad o incluso ante el Gobierno legítimo. Desde esta última, laparticipación en los negocios públicos, así como la libertad de expresión o la propiedad, sólo pueden desarrollarse y florecer ancladas en la construcción (legal) de unespacio privado, inviolable por definición, frente a “lavoluntad arbitraria de uno o de varios individuos”. El elitismo del liberalismo decimonónico reconoce a los hombres la plenitud de los derechos civiles mientras reserva sólo a unos...
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