Los delirios del payaso verde
“¡Qué nos va a gobernar ese payaso!¿Mostró el culo? Es homosexual. ¿Se disfrazó? Es retardado. ¿Se casó en un elefante? Es demente. ¿Le echó un vaso de agua en la cara al doctor Serpa? Es un triplehp irrespetuoso. ¿Su emblema es un girasol? Más homosexual aún. ¿No va a misa? Es ateo. ¿Tiene nombre raro? Es extranjero. ¿Se retracta? Es pendejo. ¿Tiene Parkinson? Está lisiado. ¿Quiere educar? Es ingenuo. ¿Es honesto? ES GÜEVÓN…”Hace once años había en Colombia otro güevón del mismo calibre. No era filósofo. Era abogado, periodista, humorista. También se disfrazaba: de portero, de empleada, de tinterillo… de lustrabotas. Otro confundido que, siendo colombiano, le dio por hacer locuras, cómo burlarse de los políticos que nos tenían viviendo en el eterno paraíso. Nos decía en la cara, desde la televisión: ‘Oigan, los estánrobando’, y nosotros ‘JUAJUAJUA’; ‘Oigan, los están matando’, y lo mismo: ‘JUAJUAJUA’… Un buen día, un viernes, 13 de agosto de 1999, cuatro balas infames callaron la payasada para siempre.
Jaime, parcero… qué falta tan dolorosa que hacés aquí abajo, en el culo del mundo, en este curioso Edén. Cuatro rugidos obtusos te silenciaron; acabaron con la risa de Colombia. Si estuvieras aquí, a lo mejorvotarías por Antanas Mockus, payaso ridículo a quien le dio por creer que la educación es importante en este país de asesinos, y por quien quisiera votar en estos días, haciéndome cómplice de su ridiculez y su más que seguro retardo mental.
Es para morir de risa. Les cuento a los extranjeros, a los visitantes marcianos que vengan a ver tanta dicha, que mis paisanos tienen una muy graciosa opiniónsobre la participación política. Juran que se trata de agitar fanatismos cada cuatro años y tachar una carita en un papel. Hecha la marquita, en paz con Dios y con el mundo, vuelven a sus casas a esperar que los gobiernen. Si el televisor les dice que los gobiernan bien, vuelven y tachan la misma carita a los cuatro años. Si les dice que no, se indignan, pelean, insultan y el día señalado tachanotra carita. He ahí nuestra así llamada participación política.
Si el congresista se roba 500 millones de pesos, es una rata asquerosa, un hijueputa. Si me quedo con 100 pesos de vueltas que me dio de más este busetero marica, soy un duro, un vivo. Claro, ahora entiendo por qué les decimos ‘vivos’ a los pícaros, a los astutos, a los de la ‘malicia indígena’: porque el muerto no roba; antes bien: loroban, si algo tuvo en vida. El que no hace torcidos en este país es como si estuviera muerto: no es, no parece un ‘vivo’.
Si el alcalde le consigue un contrato a su familiar por obra y gracia de la palanca, es un corrupto asqueroso, otro hijueputa, y el pueblo, “nosotros”, víctimas maltratadas. Si me logro saltar la fila en el banco y nadie se da cuenta, soy un vivo, ‘un man abeja’, y los quehacen la fila unos pendejos. Si el juez demora mi demanda en la que exijo que me devuelvan una platica que me debe mi ex-jefe hace diez años, es un vendido asqueroso, otro hijueputa. Si me hago el dormido para no darle el puesto al viejito cacreco que se acaba de subir, soy un astuto. Si el industrial permite que se contamine el agua de un río con los desechos mefíticos de su fábrica, es un...
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