los derechos de los demas
La exactitud relativamente elevada en la valoración de la creatividad deportiva se da sólo cuando se identifica el producto creador con el rendimiento conseguido. Pero esto es problemático. ¿No se deberían valorar los tiempos conseguidos porNurmi en los años 20 como mucho más elevados que los de la época actual, aunque éstos son mucho mejores? El estilo, los cuidados para mantener la forma, el modo de los entrenamientos, la táctica y otras muchas cosas creaban entonces nuevas medidas, mientras que la mejora actual de las marcas es el resultado de unos datos programados de antemano. Por eso el público ya apenas reacciona frente alboom de marcas que se viene registrando estos últimos años, incluso cuando se consiguen alturas, tiempos o distancias que hasta hace poco parecían inalcanzables.
Son muchos los que piensan que, después del deporte, son las ciencias el campo donde más objetivamente pueden calibrarse los productos creadores. Estas opiniones se afirman sobre todo frente al mundo de las artes. Comparadas con lapintura, la música y la literatura, donde el «juego de la propia fantasía» (Kant) y el gusto personal desempeñan una función decisiva, las producciones científicas se pueden calibrar con mucha mayor objetividad. Pero este juicio sólo es válido a título de contraste. Ya dentro mismo de las ciencias, las valoraciones objetivas son casi imposibles. El juicio viene determinado por factores subjetivos, queson extrínsecos a la obra. Así, por ejemplo, una de las causas más importantes que llevaron a rechazar en Alemania el psicoanálisis fue el hecho de que Freud fuera judío. Para muchos, un judío sólo podía producir cosas disgregadoras y destructoras, pero no constructivas y creadoras. Juicios parecidos se dieron sobre Marx.
Apreciaciones falsas basadas en características que nada tienen que vercon la obra son moneda corriente en las ciencias. La investigación sobre la creatividad las ha puesto en evidencia por vía empírica.
Las características personales de los enjuiciadores desempeñan aquí un papel predominante. Si aquel a quien se ha de juzgar tiene un natural muy distinto del del enjuiciador, se estima en poco su obra. Ocurre esto sobre todo cuando el hombre altamente creadorintenta exponer su producto de manera agresiva, dominadora y autoglorificante. Los ejemplos más comunes de los tiempos pasados son Galileo y el gran médico renacentista, Paracelso. Los dos pertenecen, según los criterios del antes mencionado análisis de factores de Cattell, al tipo «impaciente masculino». Si se tienen en cuenta sus rasgos caracterológicos, se explica bien que los hombres de su tiempono comprendieran su genialidad. Cuando se leen los discursos y escritos de Paracelso, se sentiría uno inclinado a pensar que se había atenido escrupulosamente al consejo de su colega italiano Girolamo Cardano (1501-1576): «Cuando se trata de sus propias cosas, responde osadamente a cada impulso con otro; responde a la estupidez con camorra y belicosa agitación, a la obstinación con ardiente...
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