LOS DESAFÍOS QUE PLANTEAN A LA FE LA MODERNIDAD Y LA GLOBALIZACIÓN en AMÉRICA LATINA. Una mirada posible.

LOS DESAFÍOS QUE PLANTEAN A LA FE LA MODERNIDAD Y LA GLOBALIZACIÓN en AMÉRICA LATINA. Una mirada posible.

La tesis que articulará el siguiente desarrollo a modo de un ensayo es que los procesos de Modernización que, por efecto de la Globalización, han tendido y tienden a ser hegemónicos no sólo en occidente, sino ya a nivel mundial, no han logrado ser homogéneos en muchas partes del globo yen especial no lo han conseguido en América Latina. Por el contrario, en estas latitudes, los procesos de modernización son vividos bajo una suerte de “resistencia” al dominio instrumental que supone la modernización y, si bien no se puede negar que ella está en curso en esta porción sur de nuestro continente, también es cierto que su acontecer se da aquí desde la desposesión, la imposibilidad, lapobreza y la periferia constituyéndose finalmente en un tipo de sub-modernización o modernización marginal en la cual —en términos de Silva Soler1— “una fracción de la cultura latinoamericana, o de los latinoamericanos, pueden ser modernos […] otra fracción contempla la modernidad casi como espectadores y se trata de guiar por pautas modernas. Pero no consigue ser moderna porque está excluidadel consumo2 o por otras razones”. Y nuestra tesis sostendrá además que, consecuencia fundamental de esta forma particular de asimilar la modernidad en nuestro continente, se abre afortunadamente una larga, virtuosa y fértil serie de posibilidades para la vida, la creencia, la ética, el ser, el hacer, el pensar y la dignidad humana en el contexto de una cultura que quiere ser plural, emancipada ylibre (presupuestos básicos de la modernidad).
Así las cosas, lo primero que se puede establecer es que, globalmente, los procesos de modernización tienden a incidir modificando netamente los núcleos de patrimonio cultural común que son los generadores de la identidad de las comunidades y los pueblos y que, como estos se erosionan visiblemente y en general con gran celeridad, tienden a produciren los sujetos la tangible sensación de una “crisis generalizada”3, de que “ya nada es como antes” de que “se han perdido ciertas cosas esenciales que tenían que ver con el respeto, el reconocimiento, el lugar de la autoridad de los mayores entre los que se cuentan los maestros, los sacerdotes (o guías espirituales) y los padres de familia. Se ha fracturado el ámbito de los valores basales de lasociedad, pero no en términos de una desaparición irremediable, sino más bien en el sentido de un cambio de forma, de una transformación profunda y radical que por lo novedosa produce inquietud y preocupación. Y es natural esta vivencia ya que la Modernidad cuyos pilares fueron la autonomía, la razón y el ejercicio de la libertad, se constituyó en torno a “cuatro núcleos organizacionalesestrechamente relacionados entre sí: la escuela, la empresa, los mercados y las constelaciones de poder” (Silva Soler, J.).
Precisamente es este último carácter de la experiencia moderna la que gesta en su seno la semilla de la posibilidad y la que, a la vez, enciende la mecha de los desafíos que son graves e involucran a las decisiones esenciales que nos tendrán la función de volvernos a anclar en losdominios de la ética y la esperanza de no desaparecer como humanidad. Se trata de ese carácter de no dogmático, de abierto, donde aparece la ausencia de imposiciones desde afuera y la carencia de verdades absolutas y fijas que otrora había sobre el hombre. Estamos diciendo de algún modo que la crisis puede encerrar en sí misma la posibilidad de su superación a condición de que se tomen de ellalos elementos que potencian y no los que anulan. Uno de estos elementos potenciadores es la ausencia de toda determinación dogmática en el pensar y en el sentir y el hecho de que los procesos de diferenciación en la sociedad contemporánea que, naturalmente podrían tender a destruir la posibilidad de comunicación en el mundo de la vida pero que, como van alcanzando una autonomía progresiva (no...