Los disipadores
El buen juez
El emir de Argel, Bauakas, quiso cerciorarse de que no se exageraba al afirmar que en un lugar de la provincia habíaun juez extraordinariamente hábil, que descubría siempre la verdad; hasta el punto de que ningún bribón podía chasquearle.
Bauakas se disfrazó de comerciante y se presentó en el lugar donde habitabael juez.
A la entrada de aquel pueblo, un inválido se aproximó al emir y le pidió limosna.
Bauakas le dio algo, e iba a proseguir su camino, cuando el inválido le asió de una parte del traje.
—¿Qué quieres? –le preguntó entonces el emir. ¿No te he dado limosna?
— Me has dado limosna –respondió el mendigo. Pero quiero que me hagas el favor de llevarme sobre tu caballo hasta la plaza, porque lasdemás caballerías podrían pisotearme si tratase de llegar hasta allí por mí mismo.
Bauakas subió a la grupa al mendigo y le condujo hasta la plaza.
Allí detuvo el caballo, pero el mendigo nobajaba.
— ¿Por qué no te mueves? –díjole el emir. Baja, hemos llegado.
LOS HECHOS DISIPADOS. LA PRUEBA POR CONCURSO DE INDICIOS
El buen juez
El emir de Argel, Bauakas, quiso cerciorarse de queno se exageraba al afirmar que en un lugar de la provincia había un juez extraordinariamente hábil, que descubría siempre la verdad; hasta el punto de que ningún bribón podía chasquearle.
Bauakasse disfrazó de comerciante y se presentó en el lugar donde habitaba el juez.
A la entrada de aquel pueblo, un inválido se aproximó al emir y le pidió limosna.
Bauakas le dio algo, e iba a proseguirsu camino, cuando el inválido le asió de una parte del traje.
— ¿Qué quieres? –le preguntó entonces el emir. ¿No te he dado limosna?
— Me has dado limosna –respondió el mendigo. Pero quiero que mehagas el favor de llevarme sobre tu caballo hasta la plaza, porque las demás caballerías podrían pisotearme si tratase de llegar hasta allí por mí mismo.
Bauakas subió a la grupa al mendigo y le...
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