Los Hijos Del Gran Rey
LOS HIJOS DEL GRAN REY
Por el espíritu Veneranda
Médium Francisco Cándido Xavier
Jesús y los niños
El Divino Maestro ama a los pequeños con especial cariño.
El sabe que los niños y niñas del presente serán padres y madres del futuro. Sabe que
todos los pequeños de hoy serán los administradores, ministros, jueces, profesores, médicos, abogados, artistas, escritores, artesanos, labradores y operarios del mañana,
y, por eso, simboliza en ellos la esperanza del mundo, donde el reino de Dios será
edificado. Jesús reconoce que, si los niños de ahora quisieran, la Tierra del porvenir
sería mejor, más sabia y más feliz.
Es por esas razones que el Divino Señor, aguarda la comprensión y el concurso de los hombres buenos, y también espera la cooperación de los niños fieles.
Veneranda
Pedro Leopoldo, 12 de abril de 1946.
1
El viejo Escipión
CUANDO los niños pedían al viejo Escipión que les hablase del amor que Jesús
dedicaba a los niños, el anciano de blancos cabellos contempló el cielo, como quien
busca recuerdos distantes, y dijo:
‐¡Oh, sí! El Cristo, Nuestro Señor, amaba a los pequeñitos con todo el corazón y
acostumbraba a acogerlos en el propio regazo…
La observación inicial del viejito logró el milagro del silencio. Todos los niños
agudizaron los oídos, atentos. Hasta los niños mayores, que les gustaban las bromas
ruidosas, se acercaron a él, respetuosos, para escuchar. Satisfecho con la atención general, el narrador hizo una larga pausa, sonrió y continuó:
‐Los apóstoles, de cuando en cuando, reprendían a la chiquillería, pero el Maestro
llamaba nuevamente a los pequeños, acariciándoles, lleno de amor….
En ese punto, Dolores, la más pequeña del grupo, interrumpió la narrativa,
preguntado:
‐¿Abuelo Escipión, Jesús contaba historias a los pequeños? ‐¡Oh! ¡Cómo no!‐exclamó el bondadoso anciano ‐ Contaba muchas….
‐¿Sabes alguna, abuelito?‐ Volvió la pequeña curiosa.
Escipión, trémulo, se apoyó en el antiguo bastón para acomodarse mejor bajo el árbol
de la plaza grande, levantó de nuevo los ojos cristalinos hacia el cielo muy azul de la
tarde brillante, y respondió:
‐Sí, yo sé una historia que el Maestro contó a los niños galileos…. ‐¡Cuenta! ¡Cuenta!
2
El inicio de la historia
LA SOLICITUD venía de todos lados. Dolores se encontraba tan ansiosa que se acercó
aún mas, apoyándose en las rodillas del viejo Escipión.
Al anciano, como a todas las personas bien educadas, le gustaban los niños de buenas
maneras y, reconociendo el respetuoso interés de todos, comenzó, sin impedimento,
ante la curiosidad general: ‐¡Presten mucha atención!
Los pequeños hicieron absoluto silencio.
Y el viejito prosiguió:
‐El rey de todos los reyes, bueno y altísimo Señor, que poseía bastos imperios
resplandecientes y a cuya autoridad se sometían todos los seres y cosas de la Creación,
reparó que algunos de sus hijos, niños y niñas, necesitaban de mayor sabiduría, a fin
de entrar en la posesión de la herencia, constituida de infinitas riquezas que les
reservaba. Los jóvenes tenían la inteligencia muy verde aún y, por eso, eran
ignorantes, indecisos…. Se hacía necesario, por tanto, crear trabajo a través del cual los
felices herederos pudiesen adquirir, no solamente el amor para con los semejantes,
mas también la ciencia del universo. El rey magnánimo y sabio, ocupado en gobernar los extensos dominios de su reino sin
fin, no podía mantenerlos cerca de él, ya que no deseaba conservarlos como
muñequitos de adorno y si como hijos fuertes y bien orientados, trabajadores y leales.
Para eso, los jóvenes necesitaban de elevación propia y de la experiencia de la vida.
3
Escuchando a los Consejeros ...
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