Los hornos de hitler

Capítulo III
La barraca 26.
En este capítulo se relata de los dos campos de concentración, uno de ellos era para prisioneros y el otro fue para aquellos que iban a serexterminados y lo que era donde le toco quedar establecida mucha gente en condiciones inhumanas.
Fue un gran hangar de maderas toscas que habían sido unidas para formar una especie deestablo. En la puerta había una placa que expresaba el número de caballos destinados para ocupar aquel portalón. El interior estaba dividido en dos partes, en cada lado había tres filasde camastros, eran jaulas de madera que los llamaron ¨koais¨. En cada jaula, que realmente estaban demasiado reducidas se apretujaban de diecisiete a veinte personas. No había nadade comodidad en esos diminutos lugares.
Pero se les exigía que mantuvieran limpio el lugar pero sin darles material para ello, de hecho era una de sus principales tareas aunquerealmente es inimaginable conservarlo limpio con tanta gente albergada.
No se podía dormir toda la gente al mismo tiempo, por el poco espacio, no cabían y si lo hacían era enposiciones muy arduas.
Al llover en toda jaula se inundaba, ya que los techos estaban deplorables y muy mala condición así que la lluvia entraba haciendo lodo ya que el piso estaba lleno detierra provocando que el aire se escaseara casi sofocante.
También lo de los platos, tan solo les dieron unos pocas para miles de personas, los llegaron a ocupar para la limpieza,para poner sus raciones de azúcar o margarina, parecía que los alemanes buscaban en sí que se pelearan unas con otras.
Había una jefa de barraca.
Estos trastes tenían que serutilizados por las noches como bacinicas ya que solo se les permitía ir al retrete dos veces al día, y pues quien va aguantar tal cosa. Sus estómagos tenían que aguantar eso y más.