Los insoportables peruanos
Cuando nos ponemos a hablar del Perú frente a los ignorantes que se arriesgan aindagar sobre nuestro país, se repite aquella escena de las tiras de Mafalda en que ella le pregunta al padre sobre sus años de servicio militar. Si nos jalan la lengua la víctima tiende a sersumergida, sin compasión, en esa larga lista de exageraciones que conforman las "verdades" de nuestro patriotismo: la capital gastronómica de América; el milagro económico (que nadie sabe a quiénadjudicárselo); el auténtico pisco, la reserva biológica de la humanidad, la cuna de la papa, etc. Tendemos a indigestar con la violencia de un rocoto relleno arequipeño sobre el estómago poco preparado.
No sési suceda lo mismo entre otras tribus de Newyópolis. Me ha tocado conversar con españoles a los que es difícil contradecir cuando empiezan a enumerar la calidad de vida en sus pueblos (pre-recesióneuropea) allá en la península; con colombianos que me han dado clasecitas magistrales sobre la calidad única de su café y la pureza de su castellano; con un turco que comparó a sus playas mediterráneascon el paraíso; y con algún argentino que me repitió en alguna época (también pre-recesión) que Buenos Aires es la Nueva York del sur. Pero repito, ninguna tribu tan capaz de exagerar sin argumentosni tan insoportable cuando habla de su país como la nuestra: la peruana.
Claro que a veces los otros se la buscan. Nos mencionan algún ají de gallina –que nosotros sabemos mal hecho– como lo...
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