Los juegos del hambre
Oigo sus instrucciones dentro de mi cabeza: «Salidcorriendo, poned toda la distancia posible de por medio y encontrad una fuente de agua». Sin embargo, es tentador, muy tentador ver el regalo delante de mí, esperándome, y saber que, si no lo cojo yo,lo hará otro; que los tributos
profesionales que sobrevivan al baño de sangre se repartirán casi todo el botín, esencial para sobrevivir aquí. Algo me llama la atención: sobre un montículo de mantasenrolladas hay un carcaj de plata con flechas y un arco, ya tensado, esperando a que lo disparen.
«Eso es mío --pienso--. Lo han dejado para mí.»
Soy rápida, puedo correr más deprisa que las demáschicas de nuestro colegio, aunque un par de ellas me ganan en las distancias largas. Pero son menos de cuarenta metros, perfecto para mí. Sé que puedo conseguirlo, sé que puedo llegar primero, aunquela pregunta es: ¿podré salir de ahí lo bastante deprisa? Cuando termine de abrirme paso entre las mantas y coja las armas, los demás ya habrán llegado al cuerno, y quizá pueda derribar a un par deellos, pero supongamos que hay doce; tan cerca, podrían matarme con las lanzas y las porras. O con sus enormes puños.
Por otro lado, no seré el único objetivo. Seguro que muchos de los tributos noprestarían atención a una chica de menor tamaño que ellos, aunque hubiese conseguido un once en el entrenamiento, y preferirían dedicarse a los adversarios más feroces.
Haymitch no me ha visto correr. Dehaberlo hecho, a lo mejor me habría dicho que lo intentara, que cogiera el arma, teniendo en cuenta que es precisamente el arma que podría salvarme. Además, sólo veo un arco en toda la pila. Sé que elminuto debe de estar a punto de acabar y tengo que decidir cuál será mi estrategia; al final me coloco instintivamente en posición de correr, no hacia el bosque que nos rodea, sino hacia la pila,...
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