Los Milenarios
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El Vaticano contra Dios
1 CONTRA EL SILENCIO QUE OCULTA EL MAL
El propósito crítico de una obra alcanza plenamente su objetivo cuando ahonda en lo psicológico y ensancha el margen de reflexión para establecer los cimientos de una reforma lo más seria posible. De ahí que este escrito no utilice matices y denuncie sin medias tintas unas realidades que en el Vaticano están a la vista de todoel mundo. Cuando se embellecen los comentarios, también se oscurecen las ideas. Podría parecer un análisis despiadado, pero quiere ser un bisturí capaz de limpiar una llaga profunda y purulenta. La enseñanza se expresa con una pintoresca sequedad que fustiga con la misma fuerza que un látigo al restallar sobre unos corceles. Es un libro pensado y escrito en equipo, con los méritos y los defectospropios de una obra que es producto de varias voces: de ahí el carácter repetitivo de los conceptos más significativos, difíciles de unificar en la redacción como consecuencia de la diversidad de puntos de vista. Repetita iuvant, las repeticiones son útiles, sobre todo para quienes no están demasiado familiarizados con el mundo que aquí se pretende descifrar. En una época como la nuestra, en la quemorimos de certezas al tiempo que mueren las certezas (Leonardo Sciascia), la verdad no cambia y es exactamente la misma tanto si la expone un gran orador como si lo hace un pobre hablador: el facundo no la enriquece y el tartamudo no la empobrece. San Pedro advierte a la Iglesia: «Ha llegado el momento de que empiece el juicio a partir de la casa de Dios, que empieza por nosotros.» Dice elVaticano II: «La Iglesia, a diferencia del Cristo inocente, que incluye en su seno a los pecadores, santa y, al mismo tiempo, necesitada de purificación, no descuida jamás la penitencia y su renovación. La Iglesia peregrina es llamada por Cristo a esta constante reforma, que siempre necesita por su condición de institución humana y terrena.» Ha llegado el momento de que la Iglesia, antes que a loshombres, pida perdón a Dios por las muchas infidelidades y traiciones de sus ministros, especialmente de los que ejercen autoridad en el vértice de la jerarquía
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El Vaticano contra Dios
eclesiástica. Aquí no se discute la institución divina de la Iglesia sino más bien su envoltura, el «vaticanisno», que corre el peligro de dar mayor importancia al marco que al cuadro y deconvertirse en esencia sacramental de la Iglesia. Hay que romper el capullo en el que la existencia de la realidad histórica y de la realidad cristocéntrica permanece prisionera cual crisálida asfixiada. Reformar la Iglesia del año 2000 significa cambiar un gobierno burocrático que ya no le cuadra. Según Clemenceau, gobernar es tranquilizar a los buenos ciudadanos, no a los deshonestos: lo contrarioequivale a invertir el orden natural. De su divino Fundador, la Iglesia ha recibido la misión y la capacidad de insertarse en las situaciones temporales del presente, asimilando sin corromperse y fermentando sin trastornar. El Concilio Ecuménico Vaticano II imprimió a la Iglesia un cambio de dirección que la obligó a trotar de firme. Para muchos, sin embargo, el Concilio es como el tren de cercanías: lohacen ir y venir a su antojo. Un periodista exasperado, exclamó: «Demonios de Concilio, ¿será posible que en los mismos documentos haya podido decirlo todo y lo contrario de todo, complaciendo a todo el mundo?» Es como si la Iglesia actual hubiera sido víctima de una especie de explosión nuclear más potente que el arma disuasoria encerrada en el búnker de cemento de Chernobyl. El organismo es...
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