Los Oficios Terrestres / Rodolfo Walsh

Páginas: 18 (4425 palabras) Publicado: 7 de noviembre de 2012
Era el día siguiente al de Corpus Christi, el año 1939, cuando como es sabido el sol se alzó sin obstáculos ni interrupciones a partir de las 6.59, cosas que ellos no vieron, ni les importaba, ni resultaba creíble, porque esa luz enferma yacía desparramada sobre los campos en jirones lechosos o flotaba entre los árboles en espectros y penitentes de niebla.
En amaneceres más claros, un horizontede vascos lecheros, negros, ágiles y vociferantes detrás de las grandes vacas y su aterida cría, se recortaba contra el cielo en los fondos del campo que la caritativa Sociedad de Damas de San José nunca se resignaba a vender -aunque cada año recibía una oferta más ventajosa- porque en su centro se alzaba alto y desnudo el edificio que ellas mismas construyeron en los años diez para el colegio depupilos descendientes de irlandeses. 
La caritativa Sociedad nos amaba, un poco abstractamente es cierto, pero eso es porque nosotros éramos muchos, indiferenciados y grises, nuestros padres anónimos y dispersos, y en fin, porque nadie sino ella pagaba por nosotros. Pero el amor existió, y de ahí que las Damas en persona vinieran a celebrar con nosotros el día del Cuerpo de Cristo, trayendoconsigo al auténtico obispo Usher, que era un hombre santo, gordo y violeta, y ojalá siga siéndolo si no fue sometido contra su voluntad a una de esas raras calamidades que ocurren justamente a cada muerte de un obispo. 
El obispo Usher celebró los oficios divinos y después gozamos de un día de afecto casi personal con las Damas, que se desparramaron por el edificio como una banda de cotorras alegresy parlanchínas, queriendo ver todo al mismo tiempo, acariciando tiernamente la cabeza más pelirroja o más rubia y haciendo preguntas extrañas, verbigracia quién construyó el palacio de Emania en qué siglo y qué le ocurrió finalmente a Brian Boru por rezar de espaldas al combate. Curiosidad que originó ese pintoresco pareado de Mullahy, que conocía las reglas del arte poética: 
Oh Brian Boru Ishit on you! 
Pero estas preguntas que sólo el padre Ham podía responder, y no respondió, mientras se ponía cada vez más colorado y sus ojos perforaban su propia máscara de sonriente compromiso, disparando sobre nosotros una oscura promesa de justicia que vendría apenas las Damas dejaran de ser tan encantadoramente tontas y entrometidas, es decir mañana, queridos hijos míos. Aquellas piadosasseñoras, sin embargo, no tomaron nuestra ignorancia a mal, sino como excusable condición de nuestra tierna edad. Y apenas el padre Ham restableció su prestigio demostrando que alguno de nosotros podía sumar quebrados en el pizarrón, ellas recordaron que la fiesta era de guardar, y declarándose enteramente satisfechas de nuestra educación, propusieron suspender la clase, a lo que el padre Ham accedióenseguida aunque sin apagar los fuegos de la mirada: esa pequeña peste de fastidio puesta en cada ojo. Salimos pues, vestidos de azul dominical, al patio de piedra cuyos muros crecían altos hacia el cielo, y jugamos al dinenti y la bolita bajo la mirada cariñosa de las Damas hasta que llegó la hora del almuerzo y entramos en fila al comedor donde dimos gracias al Señor por éstos tus dones y nossentamos a las mesas de mármol. 
Allí ocurrió el milagro. 
El primero que entró encabezando el equipo de.seis que servía las mesas fue Dolan, con una bandeja de asado tan enorme que apenas podía sostenerla, y detrás de él vinieron los otros con nuevas bandejas de asado y montañas de ensalada de porotos, y ya Dolan sacerdote de hecatombes regresaba más cargado que antes con los brazos más abiertos comodibujando un himno de victoria. 
Nos refregábamos los ojos. Allí había comida para mantenernos con vida una semana, según los criterios comunes. De modo que empezamos a comer y comer y comer, e incluso el celador que llamábamos la Morsa traicionó en la cara un trasluz de escondido jolgorio mientras nos miraba hundir los dientes en la carne que chorreaba su tibia grasa dorada sobre cada...
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