Los pajaros mudos
Con dieciséis años recién cumplidos, el Físico desmentía dos cosas: su edad y su apodo. Tenía la cara de un pibe de trece y cuando le dijeron en el Centro de Estudiantes que tenía que elegir un alias porque en 1975 en Buenos Aires no era saludable andar por allí con su nombre verdadero, él se miró al espejo, tragó aire para inflar el pecho, dobló haciaarriba los brazos con su máximo esfuerzo para hacer nacer dos globitos de morondanga y dijo:
- Con este cuerpo privilegiado sólo pueden llamarme de una manera, el (y remarcó el artículo) Físico. Así que olvídense de Gastón Albiolea. Desde hoy, además de presidente del Centro de Estudiantes de esta escuela de cuarta soy.... ¡el Físico!
Todos se rieron y dijeron que además no estaba mal. Serviríapara despistar a los grupos que insistían en correrlos a cadenazos gritándoles de todo pero sobre todo zurdos, mala -por no decir terrible- palabra en esos días. ¿A quién se le ocurriría identificar al número uno del Centro, el desde entonces temible Físico, con ese alfeñique que no llegaba a los 60 kilos y que encima usaba anteojos porque si no, no reconocía a su madre a dos metros?
Todos se rierony dijeron que además no estaba mal. Todos, hasta Lucía Nievas, que aprovechó para pensar que si se le sacaban los anteojos y se le desordenaba un poco el pelo, el Físico podía ser bastante pasable.
El año pasó rápido. Cuarto se pasa siempre rápido. Tal vez eso de ser la víspera del último de secundaria le dé un aire de listo se acabó ya terminamos. Quién sabe. Pero pasa rápido. Cuando uno sequiere acordar ya empezó noviembre y quien dice noviembre dice verano. Las materias no fueron un problema para el Físico. Dos a examen que fueron aprobadas en diciembre: matemática y literatura española. Nada serio. Lucía ni eso. Su pequeño cuerpo de ciento cincuenta y cinco centímetros deliciosamente distribuidos en un exterior de bailarina de cajita de música albergaba el conocimiento desdesiempre. Los saberes eran naturales en ella como las bromas en el Físico. No. Las materias no fueron un problema para ninguno de los dos.
El Centro de Estudiantes fue algo más complicado. Las cosas se fueron poniendo cada vez más difíciles y ya cerca de fin de año cualquier actividad era francamente peligrosa. Una noche, bordeando mediados de noviembre, se juntaron en el aula exterior que les habíandado en la escuela para que funcionaran. No faltó ningún delegado de ningún curso. De a uno fueron llegando el Tano, Bocón, Chelo, Gabi, Pili, Lucía (que se negó sistemáticamente a ponerse un apodo alegando que eso era para los chorros y que ellos no le robaban nada a nadie), Alemán, Quijote y Sancho (nombres perfectamente elegidos, estaban siempre juntos y uno era alto y flaco y el otro era gordoy petiso) y el Che. Al final llegó el Físico y empezó la reunión.
Afuera hacía un calor que empezaba a ser pegajoso pese a que la noche se había instalado con autoridad. El Che, vicepresidente del Centro, abrió la charla:
- Esto se volvió bastante fulero. Los grupos de choque de la derecha ya nos dieron varias palizas y nosotros nos estamos quedando casi sin respuestas. A los chicos el trabajoen el Centro cada vez les da más miedo y la verdad que a nuestros viejos también. Para venir aquí yo tuve que mentir en mi casa y decir que iba a una fiesta en lo del Alemán, que no tiene teléfono y no pueden averiguar si es verdad o no. Y encima...
No pudo seguir hablando. Las luces del aula hicieron un leve parpadeo y la claridad se fue para siempre. La mano de Lucía buscó la mano del Físico enlas tinieblas y allí él supo que sabía y que ella sabía que él sabía. Pero todo lo que pasó por su mente en ese instante iba a tener que esperar. Después se hablarían. Después, si había tiempo. Cuando vieron a las cinco figuras en sombras que avanzaban por el patio y vieron las siluetas de los palos que cargaban, el Físico no dudó y ordenó salir corriendo por la puerta que daba al campo de...
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