Los patitos

En familia
por fin en paris

Como sucede con frecuencia en Paris, el acceso a la puerta de
Bercy estaba obstruido por cuatro hileras de veiculos que hacian cola. Bajo el brillante y calido solde junio,
toda clase de carromatos, con las mas diversas cargas, esperaban la visita de los inspectores municipales. Tenian
prisa por entrar en la capital antes del Domingo.

Entre aquellosvehiculos y bastante lejos de la barrera,
se veia unode extraño aspecto, algo misero y grotesco a la vez. era un carromato de saltimbanquis, con una ligera armazon cubierta por una tela gruesa, y eltecho de carton alquitranado. la tela estaba tan desteñida, sucia y ajada, que era dificil descifrar las borrosas inscripciones que seveianen los costados del vehiculo:
una estaba escrita encaracteres griegos; la de mas abajo parecia aleman; otra , italiano. La mas reciente era francesay en ella podia leerse con mas claridad la palabra fotografia , que era , evidentemente, la trduccion de todaslas demas. Los di versos idiomas indicaban los

paises por donde el misero carro habia rodado anets de penetrar en frncia.
¿ seria posible que ese asno flaco y extenuado que arrastraba el carrolo hubiera traido desde tan lejos ?

junto al asno, sentada en el borde de la vereda, una niña de once a doce años lo cuidaba, su rostro tenia una expresion de suave dulzura, acentuada por unosojos negros de mirada grave, que constrastaba con su cabellera de color claro. La pobreza de su ropa no disminuia en lo mas minimo su aspecto distingido y singula.
Como el asno estaba detras de unacarreta cargada con heno, el animal parecia entretenerse en arrancar buenas porciones de hierba.
_¡ Palikaro! _ gritaba la niña_. ¿ acabaras de una vez ?
Al oir que lo llamaban, el asno bajaba lacabeza como un culpable arrepentido; mas apenas habia comido su heno
volvia a comenzar con una rpidez que revelaba su hambre.
_¡ Perrine ! _ llamo de pronto una voz .
_ ¿ nesecitas algo, mamá ? _...