los perros

POR AMOR
THE FIRE OF SPRING
Elizabeth Lowell

Capítulo Uno
La primavera era una promesa distante que se iba arrastrando lentamente en la falda de las
altas montañas que rodeaban Aspen, Colorado. No era promesa que fuera recibida con
demasiado entusiasmo por la ciudad. La primavera era una estación extraña, demasiado
cálida para esquiar y fresca para cualquier otro deporte. La primaverasignificaba nieve a
medio derretir y tiendas casi vacías. Era también la época del año en que los residentes se
preparaban mentalmente para la siguiente avalancha de turistas que llegaría a la ciudad con
la época de calor que se aproximaba.
Desde la ventana de la pequeña cabaña donde vivía Dawn Sheridan se distinguían reflejos
de la ciudad que se extendía al pie de las montañas, a bastanteskilómetros de distancia. La
zona donde vivía había sido construida durante el boom turístico de años precedentes, pero
estaba demasiado alejada de las modernas atracciones de la ciudad para atraer turistas.
Debido a que su habilidad con los esquíes era tan limitada como su presupuesto, a Dawn no
le importaba en absoluto vivir alejada de la ciudad. Para ella, la cabaña, aislada del resto delmundo, era perfecta, pues le permitía vivir cerca de los mercados más importantes y pasar
horas maravillosas diseñando y ejecutando los tapices que vivían tan vívidamente en su
imaginación.
Con unos ojos verdes que veían diseños donde la mayoría de la gente no veía más que
mezclas de colores, Dawn medía la magnificencia del paisaje que se extendía al otro lado de
la ventana. Más abajo de Aspen laprimavera llegaría en unas pocas semanas, empujando la
nieve al interior de los bosques y tendiendo un suave y cálido manto verde sobre las tierras
de pastos.
A Dawn siempre le había gustado la primavera, porque percibía en la tierna y fiera
persistencia de la estación un diseño que llenaba de esperanza su propia vida. Cada
primavera vencía sobre las nieves invernales. Cada año nacíananimales que crecían hasta
tener su propia descendencia, nutriéndose de la hierba que crecía en la tierra que sólo unas
semanas antes había sido prisionera de las garras del invierno.
Dawn esperaba que quizá algún día la promesa se hiciera realidad también en su vida.
Sin quererlo, la imagen de unos ojos castaños claros se condensaba en su mente, unos ojos
que podían ser tan claros como el ámbar ytan impenetrables como una roca, o tan cálidos
como los reflejos de llamas de fuego en una copa de coñac. Los cabellos del hombre podían
ser fuego también, cabellos castaños con reflejos dorados entretejidos suavemente. Y su boca,
tan cálida, derritiéndola como la primavera derretía el hielo del invierno.
Dawn se quedó mirando por la ventana, pero sus ojos estaban enfocados en el pasado.Normalmente trataba de no pensar en Logan Garrett, pero siempre sin éxito. Tres años no
habían bastado para hacerla olvidar la sensación de sus brazos rodeándola, la dureza
masculina contra su cuerpo, y la alarmante reacción de sus sentidos. No había sentido nada
igual ni antes ni después, ni había conocido un hambre y una pasión que la hicieran temblar
como un álamo bajo una tormenta veraniega, nihabía sabido que había nacido para perder
toda su voluntad en manos de un hombre.

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Iratxe ©

Pero Logan no le había hecho el amor. No por completo. Se había limitado a juguetear con
ella expertamente, sin saber ni preocuparse de su inexperiencia, incapaz de controlar o
entender sus respuestas. Dawn había pensado que lo que había liberado la pasión que había
en ella había sido amor. Suamor por él. El amor de Logan por ella.
«Amor. Oh, Dawn, qué niña eras a los dieciocho. Te habías repetido toda la vida que nunca
serías como tu madre y que no serías mujer de ningún hombre sólo porque te lo pidieran.
Pero llegó Logan y ni siquiera tuvo que preguntar. Sólo con mirarte te echabas a temblar.
¡Tonta hoja de álamo! ¡Tan verde! Creíste en el calor del verano, pero luego...