Los Pobres Diablos De Siempre
Por
RENATO ARANA
EL PRESENTE
DÉCIMO PRIMERO
—¡Haragán! —reclamó una impostada voz— ¿Qué haces que no te pones a trabajar?
Guillermo Taboada lentamente alzó la mirada ante la mofa de Claudio Perales, su compañero de trabajo. El enajenado reanudó la digitación con su calculadora de factura asiática.
—Sacando cuentas —hablaba sin afrontarlo—, así que nome molestes, ¿quieres?
—¿Y se puede saber cuentas de que?
—De la boda, pues. ¿De que más va a ser?
—¡Ah! La boda… claro. ¡Pero si ya estamos once!... ¡Como se pasan los días!
—Me da gusto que no pierdas la noción del tiempo —elogió apático levantando solo una ceja.
—¿Y como van las cosas?
—Ajustadísimo, hermano —apartó el aparato, dándose un descanso—. Ahora que reviso losnúmeros me estoy dando cuenta de que me va a faltar plata. Si.
—¡Uyuyuy!… ¿Y que dice ella?
—¿Ella?...No tiene ni idea de lo que tengo que hacer. No te conté ¿cierto?... Se fue a Boston a llevar el parte de matrimonio a su mejor amiga y de ahí toma un vuelo a Los Ángeles a recoger a sus viejos, de paso que compra unas cosas. ¿Te imaginas?...Ir hasta allá solo para llevar una tarjetita ypara comprar unos trapos.
—Son caprichos de la novia, Guillermin, debes comprender —y tomando asiento prosiguió—. Oye, tienes que entender que este gasto tuyo es solo una inversión inicial…Y después de eso, relájate y disfruta de tu cosecha.
—¿Puedes ser más discreto?... ¿Quieres que la gente se entere?
Apuntó unas cantidades en su cuaderno de notas. Bonifacio, el trabajador delimpieza, se llevaba arrastrando la aspiradora de la oficina mientras los demás empleados tecleaban infatigables y jorobados. La manecilla chiquita del reloj aun no se excedía de los cuarenta y cinco grados. Su lápiz trazó una diagonal inesperada al quebrarse la punta de grafito. Le adjudicó al lápiz una madre ficticia de dudoso oficio. Tuvo que darle vueltas y afilarlo.
—¡Teléfono, Guillermo!—anunció Claudio— Es Liliana.
—Lily, hola. Dime.
—Hola... ¿Como estas?
—Aquí, pues, trabajando. ¿Cómo te va por allá?
—Todo bien. Estuve con Patty en su casa. Conocí a su esposo y a su bebe. ¡Esta preciosa! Salió igualita a ella.
—¿Ah si?...Que bien… ¿ Que es todo ese ruido?
—Estoy en el aeropuerto, Guille. Me estoy yendo para Los Ángeles como te dije.
—Ya veo… ¿Y… cuantotienes planeado gastar?
—¿Por qué me preguntas eso?
— Sacando cuentas creo que nos va faltar para cubrir todos los gastos.
—¿Y recién, faltando cuatro días te das cuenta?
—Se me pasó…Creo que vamos a tener que descartar la orquesta.
—¿Cómo? ¡Pero la orquesta es primordial!
—Lo se, pero, debemos adaptarnos… ¿Entiendes?...Estoy pensando en contratar al Hombre Orquesta.—¿El quien?
—Rigoberto Maldonado: El Hombre Orquesta. El tipo ese que viene con sintetizador incluido. Toca y canta a la vez… Me lo recomendó un compañero de la oficina… ¿Te imaginas? ¡Todos los instrumentos en uno!
—¿Tu crees que voy a aceptar que me lleves ese adefesio para nuestra boda?...No se porque recién a pocos días lo notas. Tú, como siempre despistado, irresponsable. Yo ya tengoplanificado todo lo que tengo por gastar aquí, te voy diciendo.
—¿Entonces?
—Tú ves como lo solucionas. Pídele a tus papás.
—¡Maldición!... Me paso horas de horas, aquí, sentado en esta oficina. ¿O tu crees que la plata me cae del cielo por decir de que color pintar una pared…o que mueble comprar?
—¿Qué me quieres decir?... Es sobre mi trabajo, ¿no?
—Nada.
—¡Vuelo 175!...Tengo que tomar mi avión. Te llamo de nuevo, apenas llegue donde mis papás. ¿Ok?
—Bueno, hablamos entonces…Chao.
Se apoyó en el respaldar e hizo añicos la tarjeta del vapuleado músico. Decenas de trozos de cartulina se posaron en un suave descenso al fondo del tacho. Se impulsó con los pies y regresó por inercia sobre las rueditas de la silla. Exploraba inmóvil. Cada objeto admirado...
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