Los que fracasan cuando triunfan
por Sigmund Freud
El trabajo psicoanalítico nos ha obsequiado esta tesis: Los hombres enferman de neurosis a consecuencia de la frustración {denegación} de la satisfacción de sus deseos libidinosos, se entiende; y se precisa de un rodeo más largo para comprender esa tesis. En efecto, para la génesis de la neurosis se necesita de un conflicto entre los deseoslibidinosos de un hombre y aquella parte de su ser que llamamos su «yo», que es expresión de sus pulsiones de autoconservación e incluye los ideales de su propio ser.
Un conflicto patógeno de esa índole sólo se produce cuando la libido quiere lanzarse por caminos y en pos de metas que el yo hace tiempo ha superado y ha proscrito, y que por tanto también ha prohibido para todo el porvenir; y eso lohace la libido sólo si no tiene la posibilidad de una satisfacción ideal acorde con el yo. Así, la privación, la frustración de una satisfacción real, se convierte en la condición primera para la génesis de la neurosis, aunque no es ni con mucho la única.
Tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando, como médicos, hacemos la experiencia de que en ocasiones ciertos hombresenferman precisamente cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda.
Tuve oportunidad de tomar conocimiento del destino de una mujer, que quiero describir a modo de paradigma de esos vuelcos trágicos.
De buena cuna ybien criada, no pudo de muchacha, aún muy joven, poner freno a su gana de vivir; escapó de la casa paterna y rodó por el mundo de aventura en aventura, hasta que conoció a un artista que supo apreciar su encanto femenino, pero también atinó a vislumbrar que había en la descarriada una disposición más fina. La recogió en su casa y ganó en ella una fiel compañera, a quien sólo parecía faltarle larehabilitación social para alcanzar la dicha plena. Tras una convivencia de años, él impuso a su familia que la aceptase y estaba dispuesto a hacerla su mujer ante la ley.
En ese momento empezó ella a denegarse. Descuidó la casa cuya ama legítima estaba destinada a ser ahora, se juzgó perseguida por los parientes que querían incorporarla a la familia, por celos absurdos bloqueó al hombre todo tratosocial, lo estorbó en su trabajo artístico y pronto contrajo una incurable enfermedad anímica.
Otra observación me mostró a un hombre respetable en grado sumo, un profesor universitario que había alimentado durante muchos años el comprensible deseo de convertirse en sucesor de su maestro, el que lo había introducido en la ciencia.
Cuando, tras el retiro de aquel anciano, los colegas lecomunicaron que lo habían elegido a él, y a ningún otro, como su sucesor, empezó a intimidarse, empequeñeció sus méritos, se declaró indigno de desempeñar el puesto que se le confería y cayó en una melancolía que durante algunos años lo inhabilitó para cualquier actividad.
Por diversos que sean estos dos casos en otros aspectos, coinciden en uno, a saber: que la contracción de la enfermedad subsigue alcumplimiento del deseo y aniquila el goce de este.
La contradicción entre esas experiencias y la tesis según la cual el hombre enferma por frustración no es insoluble. El distingo entre una frustración exterior y una interior la cancela.
Cuando es removido en la realidad el objeto en que la libido puede hallar su satisfacción, estamos ante una frustración exterior. En sí, es inoperante; no estodavía patógena mientras no se le asocie una frustración interior. Esta tiene que partir del yo y disputarle a la libido otros objetos de los que ella ahora quiere apoderarse. Sólo entonces se engendran un conflicto y la posibilidad de contracción de una neurosis, es decir, la posibilidad de una satisfacción sustitutiva por el desvío a través de lo inconsciente reprimido.
Por consiguiente, la...
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