Los recuerdos agitan mi presente

He vuelto a leer un trozo de papel de periódico colgado de la pared de mi habitación hace dos años. En él un escritor de la ciudad, que no periodista, plasmaba su frustración y desprecio hacia lo quees ya una de las más importantes tradiciones salmantinas: una combinación explosiva y lucrativa entre una ciudad que tiene la macabra virtud de permanecer intacta desde hace treinta años en lo que avida nocturna se refiere, y un siniestro grupo de empresarios-comerciantes de drogas legales dispuestos a todo con tal de arañar un mísero céntimo más de los muros depauperados de esta ciudad, susuniversidades, y la juventud que las sostiene. Estoy hablando de la Nochevieja Universitaria.
Probablemente esto pueda parecer una más de las críticas morales de claro tinte casposo y olor a rancio quevaticinan, en un mismo paquete, la destrucción de la rectitud humana, la caída de España y hasta la debacle de Occidente y el Orden Supremo en no importa qué contexto. No voy a negar que nosencontramos en una encrucijada peligrosa, más aún cuando no somos nosotros mismos quienes capitaneamos el barco, sino una suerte de bufones maquiavélicos con una tendencia irremediable al cortoplacismo y elpunto de fuga situado en su propio ombligo; sin embargo, esta absurda bacanal vacua de sentido no responde tanto a la decadencia de la sociedad capitalista burguesa como a algo mucho más simple: un robomás, una privatización implícita de algo tan necesario, e íntimo como el tiempo libre. La Nochevieja Universitaria nació como un encuentro de amigos y se ha convertido en un producto registrado poruna empresa de la cual obtienen beneficio las élites locales.
Con todo, la festividad no está exenta de crítica, ni mucho menos. Por muy popular que sea no deja de representar lo más pútrido,irresponsable y chabacano de la condición humana: una macroreunión en pos de la embriaguez más absoluta, en un claro desprecio por el entorno más cercano y sus semejantes. Los fastos, para cuando haya algo...