Los Restos Del D A De Kazuo Ishiguro

Páginas: 297 (74067 palabras) Publicado: 3 de septiembre de 2015

LOS RESTOS DEL DIA

Kazuo Ishiguro




A la memoria de mistress Lenore Marshall

PROLOGO: Julio de 1956

Darlington Hall

Cada vez parece más probable que haga una excursión que desde hace unos días me ronda por la cabeza. La haré yo solo, en el cómodo Ford de mister Farraday. Según la he planeado, me permitirá llegar hasta el oeste del país a través de los más bellos paisajes deInglaterra y seguramente me mantendrá alejado de Darlington Hall durante al menos cinco o seis días. Debo decir que la idea se me ocurrió a raíz de una sugerencia de lo más amable de mister Farraday, hace casi dos semanas, una tarde en que estaba en la biblioteca quitando el polvo de los retratos. Según recuerdo, me encontraba en lo alto de la escalera limpiando el retrato del vizconde de Wetherbycuando mi patrón entró en la biblioteca llevando unos libros, al parecer con la intención de devolverlos a sus estantes. Al verme, aprovechó la ocasión para decirme que acababa de ultimar sus planes para hacer un viaje a los Estados Unidos de cinco semanas entre los meses de agosto y septiembre. Seguidamente, dejó los libros en su mesa, se sentó en la chaise‑longue y, estirando las piernas, me dijomirándome a los ojos:
‑Como comprenderá, Stevens, no voy a exigirle que se quede usted encerrado en esta casa todo el tiempo que yo esté fuera. He pensado que podría coger el coche y pasar unos días fuera. Creo que un descanso no le iría nada mal.
Al hacerme esta sugerencia tan repentinamente, no supe qué responder. Recuerdo que le agradecí su amabilidad, pero es bastante probable que sólo dijeravaguedades, ya que mi patrón prosiguió:
‑Le hablo en serio, Stevens. Creo sinceramente que debería tomarse un descanso. Yo pagaré la gasolina. Ustedes los mayordomos siempre están encerrados en mansiones como ésta al servicio de los demás. ¿Cómo se las arreglan para conocer las bellezas que encierra su país?
No era la primera vez que mi patrón me formulaba esta pregunta. Se trata de unacuestión que, sin duda, le preocupa profundamente. En esta ocasión, allá en lo alto de la escalera, la respuesta que se me ocurrió fue que todos los que nos dedicamos a esta profesión, aunque no viésemos el país, entendiendo por ver el conocer el paisaje y visitar rincones pintorescos, en realidad «veíamos» Inglaterra más que la gran mayoría, empleados como estábamos en casas donde se reunían las damas ylos caballeros más importantes del país. Evidentemente, para expresar estos pensamientos habría tenido que dirigir a mister Farraday un discurso más bien pedante, y por este motivo me contenté con decirle:
‑Señor, considero que durante todos estos años, sin salir de esta casa, he tenido el privilegio de ver lo mejor de Inglaterra.
Creo que mister Farraday no entendió mis palabras, dado que sóloañadió:
‑Hablo en serio, Stevens. Una persona debe conocer su país. Siga mi consejo y salga de esta casa durante unos días.
Como podrán imaginarse, no tomé la propuesta en serio. Consideré que sólo se trataba de un ejemplo más del gran desconocimiento que los caballeros norteamericanos tienen de lo que es correcto o incorrecto en Inglaterra. El hecho de que mi reacción ante esta misma propuestaexperimentase un cambio días después, es decir, que la idea de emprender una viaje al oeste del país fuese ganando terreno, se debe en gran medida, y no voy a ocultarlo, a la carta de miss Kenton, la primera carta, sin contar las felicitaciones de Navidad, que llegaba desde hacía casi siete años. Pero déjenme que les explique inmediatamente qué significa todo esto. La carta de miss Kenton provocóuna concatenación de ideas relacionadas con asuntos profesionales de Darlington Hall, y fue, insisto, la preocupación que yo sentía por estos asuntos lo que me condujo a considerar de nuevo la amable sugerencia de mi patrón. Pero permítanme que me explique.
Durante estos últimos meses, he sido responsable de una serie de pequeños fallos en el ejercicio de mis deberes. Debo reconocer que todos...
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