LOS SECRETOS DEL CLUB BILDERBERG
LOS SECRETOS DEL CLUB BILDERBERG
Daniel Estulin
PRÓLOGO
En 1954, muchos de los hombres más poderosos del mundo se reunieron por primera
vez bajo el patrocinio de la familia real de Holanda y la familia Rockefeller en el lujoso
Hotel Bilderberg, en la pequeña población de Ooesterbeck. Durante un fin de semana
debatieron sobre el futuro del mundo. Al acabar las sesiones, decidieron reunirse todos
los años con el fin de intercambiar ideas y analizar la evolución internacional. Se
bautizaron a sí mismos como Club Bilderberg y, desde entonces, año tras año se
reúnen durante un fin de semana en algún hotel del mundo para decidir el futuro de la
humanidad. Entre los miembros actuales de este selecto club se encuentran Bill
Clinton, Paul Wolfowitz, Henry Kissinger, David Rockefeller, Angela Merkel, Jacques
Chirac, Donald Rumsfeld, Tony Blair y George Soros, además de muchos otros jefes
de gobierno, empresarios, políticos, banqueros, periodistas y españoles de primer nivel
como Rodrigo Rato, Matías Rodríguez Inciarte, Juan Luis Cebrián, Joaquín Almudia, Pedro Solbes, Loyola de Palacio, Joseph Borrell, Jaime Carvajal de Urquijo y Javier
Solana.
El Club Bilderberg no es una sociedad secreta. Tampoco se trata de una nueva teoría
conspirativa sobre el dominio del mundo. El Club Bilderberg es algo totalmente real y
tangible. Existe como institución oficial y se han publicado algunos artículos sobre él. La prestigiosa BBC británica, por ejemplo, le dedicó su atención el 27 de septiembre de
2005. Sin embargo, en más de cincuenta años de reuniones en las que el poder y el
dinero se han concentrado en un mismo momento y en un solo lugar, jamás se ha
filtrado ninguna clase de información sobre lo que se debate en el Club Bilderberg. La
prensa nunca ha podido entrar a las deliberaciones ni ha emitido ningún comunicado
sobre las conclusiones a las que han llegado los asistentes. Tampoco ha hecho pública
ninguna acta con el orden del día.
Directivos del propio Club Bilderberg han afirmado que esa discreción es necesaria
para que quienes participan en los debates puedan hablar con libertad sin ver
reflejadas sus declaraciones en los periódicos. Esa discreción, sin duda, permite que el
Club Bilderberg delibere con mayor libertad. Pero eso, sin embargo, no corresponde a
la pregunta fundamental: ¿sobre qué hablan los más poderosos del mundo en esas
reuniones?
En cualquier democracia moderna se protege el derecho a la intimidad. ¿Pero el
público no tiene derecho a saber de qué hablan los más importantes presidentes,
primeros ministros, reyes y reinas de todas las casas europeas cuando se reúnen con
los empresarios y banqueros más ricos de sus respectivos países? ¿Qué garantías
tienen los ciudadanos de que el Club Bilderberg no es un centro de tráfico de
influencias y de cabildeo si no se les permite conocer de qué hablan allí sus
representantes? ¿Por qué el foro de Davos y las reuniones del G8 aparecen en las
portadas de todos los periódicos y se permite el ingreso de miles y miles de
periodistas? ¿Por qué nadie cubre las reuniones del Club Bilderberg, a pesar de que a
ellas asisten regularmente los presidentes de entidades financieras como el Fondo
Monetario Internacional, el banco
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Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, presidentes de las empresas
más poderosas del mundo como DaimlerChrysler, Coca Cola, PepsiCo, Ford, General
Motors, Novartis, AstraZeneca, British Petroleum, Shell, Chase Manhattan Bank, UBS
Warburg, Soros Fund Management, Kissinger Associates, Nokia, ...
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