los signos

Capítulo: 37 (Llamada sorpresa)
Cuando Seth terminó de curarme las heridas, me acompañó hasta el despacho del director.
Después de recibir otra de las regañinas del director —a las que ya estaba acostumbrada—, decidió extenderme una suspensión de 3 días, para así “reflexionar” sobre lo que he hecho. Podría haber intentado defenderme, explicar lo que realmente había sucedido. Pero no lo hice.No me molesté en contarle mi versión de los hechos. No hubiera servido de nada, sabía que no habría cambiado de opinión. Ya me tienen todos encasillada.
Por eso estoy aquí; sola y aburrida en mi habitación.
La verdad es que no me importaba mucho el hecho de que me hubieran suspendido por 3 días. En cierta forma, ya me había acostumbrado a esto. Esta no era la primera vez que me expulsaban porvarios días, ni seguramente la última. Lo único que podía hacer ahora mismo, era esperar a que llamaran a mi padre desde el instituto informando sobre mi suspensión, y entonces estaría castigada por algunos días; como siempre.
Decido bajar al salón para ver un rato la televisión. Pero a mitad de camino, escucho a mi móvil sonar desde mi habitación. Por lo que doy media vuelta para regresar a lahabitación. Lo más probable, es que sea mi padre, diciéndome que ya sabía sobre mi expulsión y que estaría castigada hasta nueva orden.
Cuando entro a la habitación, escucho con más atención el todo de llamada del móvil, no reconociendo la canción. Agarro el móvil, sorprendiéndome enormemente al ver el nombre de Ian, parpadeando en la pantalla. Acepto la llamada inmediatamente, con laintención de conseguir respuestas.
—¿Cómo es que tengo tu número de teléfono? No, espera. No contestes todavía. ¿Cómo es que tienes mi número de teléfono?
Escucho su suave risa a través del móvil—. Llevo todo el día preguntándome, cómo reaccionarias al saber que ambos tenemos el número del otro. —Vuelve a reír—.has reaccionado justo como esperaba.
—Déjate de bromas Ian. Por si no lo sabes, no esnormal que alguien consiga el número de teléfono de otra persona, así sin más. Voy a repetir la pregunta: ¿cómo has conseguido mi número de teléfono?
—Tranquilízate Linnea, te estas poniendo paranoica. Ayer cuando dormías en el sofá, se te cayó el móvil del bolsillo, y… digamos que accidentalmente, apareció tu número en la pantalla.
—Voy a hacer como que te creo.
Era demasiado obvio que en verdadno sucedió eso. Seguramente, aprovechó que estaba durmiendo, para coger mi móvil y buscar mi número, y de paso, guardar él el suyo.
Bajo por las escaleras para entrar al salón y tumbarme en el sofá. Si me iba a pasar el rato hablando con él, mejor hacerlo cómodamente.
—Oye. ¿Por qué no has venido al instituto?
—¿Pregunta la persona, que ha estado ausente durante casi toda la mañana?
—vale,ya lo entiendo. No soy quien para hablar.
—Exactamente —murmuro suavemente—. Y para que lo sepas, sí he acudido al instituto. Al contrario que tú, que te has pasado toda la mañana sin venir.
—Eso es porque he estado trabajando. No siempre voy a poder asistir a todas las clases.
—¿Y el director sabe eso?
—Sí Linnea. El director lo sabe. Además, yo estoy aquí ahora y tu no. ¿Por qué es eso?Es que, ¿no te encuentras bien?
—Me han expulsado —explico—. Bueno, ellos lo llaman “suspensión”, pero para el caso es lo mismo —frunzo el ceño para decir—: Me extraña que no te hayas enterado. Ha estas horas, debería de haberse enterado todo el instituto.
—Hace poco que he llegado. Pero, ¿es verdad eso que dices? ¿Te han expulsado? ¿Por qué?
—Por partirle la cara a uno en mitad de la clase—digo como si no fuera la gran cosa.
—¿Y ahora dónde estás?
—¿Dónde quieres que esté? Estoy en casa, esperando a que mi padre llegue y me diga cuanto tiempo estaré castigada.
—Linnea, te das cuenta de que…
Oigo el sonido de la puerta principal abrirse, indicándome que ya había llegado mi padre.
—Lo siento Ian —digo cortándolo—. Pero mi padre acaba de llegar. Luego sigues con tu charla...