Lovejoy, Bloch

Arthur O. lovejoy, “Reflexiones sobre la historia de las ideas”
Independientemente de la verdad o falsedad de cualquiera de las otras definiciones del hombre, en general se admite que este se distingue entre las criaturas por el hábito de abrigar ideas generales.
Aunque algunas escuelas de filósofos impugnaron nominalmente el supuesto que esos pensamientos tuvieron en todas las épocas muchoque ver con su comportamiento, Sus instituciones, sus logros materiales en la tecnología y las artes y su fortuna.
Los sectores de esa historia que corresponden a las disciplinas históricas independientes llegaron a abordarse habitualmente en un aislamiento relativo aunque rara vez completo.
En el mundo no hay nada más migratorio que las ideas. Un preconcepto, una categoría, un postulado, unmotivo dialectico, una metáfora o analogía dominante, una palabra sagrada, un modo de pensamiento o una doctrina explicita que hace su primera aparición en escena en una de las jurisdicciones convencionalmente distinguidas en la historia, puede trasladarse a otra docena de ella y con frecuencia lo hace. Estar familiarizado con su manifestación en solo una de esas esferas es, en muchos casos, entendersu naturaleza y afinidades, su lógica interna y su funcionamiento psicológico de una manera tan inadecuada que aun esa manifestación sigue siendo opaca e ininteligible. Todos los historiadores buscan discernir relaciones causales entre los acontecimientos.
En la medida en que el afán por describir aquellas se detengan en los límites de una u otra de esas divisiones, habrá siempre una altaprobabilidad de que algunas de las relaciones más significativas se pasen por alto.
La historiografía está dividida a causa de excelentes razones prácticas, pero el proceso histórico no lo está; y esta discrepancia entre el procedimiento y la materia ha tendido a producir serias lagunas en el estudio de la historia del hombre y a suscitar profundos errores y distorsiones.
Nadie cuestiona, sin duda, elcarácter indispensable de la especialización; pero son cada vez más quienes estiman que la especialización no es suficiente. En la práctica, esto se manifiesta aveces en un cruce de determinados especialistas a campos que no son aquellos a los que se dedicaron originalmente y para los cuales se capacitaron. En la mayoría de los casos, esta propensión a ignorar las barreras académicas es laconsecuencia inevitable de la tenacidad y la exhaustividad en el cultivo de la propia.
“La búsqueda de la comprensión histórica aun en pasajes literarios aislados a manudo impulsa al estudioso a campos que al principio parecen bastante alejados de su tópico original de investigación” (…)
Las barreras no son derribadas, en general, sino atravesadas en un centenar de puntos específicos; y que la razón deellos es que, al menos en esos puntos, las barreras han sido vistas como obstáculos a la compresión adecuada de lo que se encuentra a uno y otro lado de ellas.
Es indiscutible que la erudición histórica corre cierto peligro con esta nueva tendencia. Se trata de un peligro ya insinuado, el de los estudiosos con una sólida formación en los métodos y un amplio conocimiento de la literatura de uncampo limitado demuestren estar preparados de manera inadecuada para la exploración de otras esferas en las que, de todos modos, se adentraron natural y legítimamente debido a las conexiones intrínsecas de los temas que investigan.
El remedio para los efectos defectuosos de la especialización en la investigación histórica, entonces, no está en una práctica general por la que los especialistassimplemente invadan los territorios de los demás o se hagan cargo de sus tareas. Reside en una cooperación más estrecha entre ellos en todos los puntos en que sus jurisdicciones se superponen, el establecimiento de más y mejores dispositivos de comunicación, la crítica y la ayuda mutua: concentrar en lo que son, por su naturaleza, problemas comunes, todos los conocimientos especiales pertinentes para...