Luis K

Luis K. Fong Fierro.

En el verano del año 1997 cursaba el último semestre de la carrera de Educación Primaria, entonces por rumores (situación muy común en el magisterio) nos enteramos de que en una materia (sobre valores, civismo o algo así) tendríamos un catedrático que no pertenecía a la planta de docentes; un tanto inquietos nos dedicamos a lo que amerita en similares situaciones: esperar.No tuvimos que hacerlo por mucho tiempo pues a los pocos minutos nuestras miradas volaron hacia un personaje que no era figura común del plantel.
Con su paso apoyado, ya que usaba un par de muletas características de los que en la infancia enfermaron de polio, con el pelo rozando sus hombros y su barba de candado dijo
-hola jóvenes, soy Luis y voy a coordinar el taller de esta hora.
Esa forma denombrar la clase me llamó la atención, después me enteré que él prefería nombrarle así a los trabajos que desarrollamos en clase. Hablando sinceramente como que de entrada nos sentíamos un tanto raros, pues sin mayor preámbulo nos bombardeó con que la educación debe de ser democrática como forma de vida, de los distintos, de respeto, del derecho a disentir y de otros conceptos que sonaban untanto subversivos.
Platicando después con él, me compartió que en los Servicios Educativos (SEECH) estaba trabajando con un taller que se denominaba el CIDA, me dije
-uh, este bato nos quiere contagiar de un virus mortal.
Al tiempo me enteré que las siglas se referían al Centro de Investigación y Docencia Académica y en el mencionado grupo se dedicaban a debatir, analizar e incluso, osados; hasta devez en vez aporreaban el teclado para elaborar textos con la malsana intensión de compartirlos. Huelga decir que sus clases se centraron en tratar de hacernos criticones, sobre todo de nosotros mismos, machacaba que el ser docentes era una profesión que debería tener un compromiso político. No faltó el que pensó que estaba tratando de engrosar y justificar el corporativismo, nada más alejado de larealidad, sobre todo cuando empezó a nombrar a Marx y a su querido Trosky.
Creo que no hace falta decir que esas clases se desarrollaron de manera muy diferente, pues independientemente de lo dinámico, también estaba intentando convencernos de que compartiéramos su vicio, el vicio de la lectura. A muchos de los compañeros les produjo un impacto cuando al final del curso nos informó que todosteníamos la misma calificación, pero que podíamos esperar; ya que él remachó que era enemigo de clasificar a los seres humanos.
Regresando un poco al tiempo, unos pocos días antes de finalizar el curso me preguntó que donde trabajaba, le di la dirección. Cuál no sería mi sorpresa que a los pocos meses me dijeron
-profe, lo buscan en la puerta.
Cuando me describieron a la persona no tuve dudas de quienera, ahí en la reja principal de la escuela estaba él con un ejemplar de uno de sus libros, al momento de acercarme me extiende la mano y dice
-Hola Zurdo, como te amenacé, aquí traigo un ejemplar de mi libro “Me anda valiendo” cuesta (no recuerdo la cantidad) si no traes, no importa; me gustaría que lo leyeras y si me puedes comentar algo del texto te agradecería.
Debo confesar que cubrí el costodel libro más como un gesto de “apoyo” que de interés, me agradeció y se retiró, al llegar a mi santo hogar me saluda mi pareja Talina y después de intercambiar impresiones y sucesos laborales, llega al punto de mencionar la visita y le digo que compré un libro, pero sin menor relevancia, el libro en mención anduvo un tiempo paseando en el asiento del auto, hasta que por fin llegó el día dedesescombrar y ahí estaba el multicitado libro, sin mayor remedio comencé a leerlo y al terminar la primera narración solté una carcajada, mi mujer temiendo por mi salud mental me interroga angustiada y le leo en voz alta comprendiendo el estado de ánimo, dejamos el texto para en la noche y ya en la cama en voz alta leímos y gozamos los sabrosos párrafos.
Ahora fui yo el que busque sus libros, así...