Luisito Susanna Tamaro

De vez en cuando, la vida es un cuento que merece un final feliz.
Anselma es una maestra jubilada, viuda, sola, relegada desde hace años a
una existencia gris. En una sofocante noche de verano encuentra al lado de
un contenedor de basura un magnífico papagayo y, sin pensarlo, decide
llevárselo a casa. Desde ese momento todo cambia: la coraza tras la que se
protegía va cediendo y,mientras se ocupa de este huésped inesperado,
afloran en ella recuerdos que creía perdidos: el cariño por su mejor amiga de
la adolescencia, las ilusiones y el desengaño del matrimonio, el entusiasmo
de su carrera como maestra… Gracias a Luisito, Anselma recupera las
ganas de vivir. Sin embargo, tendrá que defenderse de las humillaciones de
quienes no soportan su felicidad.
A partirde una noticia enterrada desde hacía años en su memoria, Susanna
Tamaro ha creado una breve e intensa novela sobre la fuerza de los
sentimientos y el poder redentor del amor. Una fábula moderna que ha
conmovido y divertido a los millones de lectores de Susanna Tamaro en todo
el mundo.

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Susanna Tamaro

Luisito
Una historia de amor
ePub r1.1Salva49 18.12.14

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Título original: Luisito. Una storia d’amore
Susanna Tamaro, 2008
Traducción: Guadalupe Ramírez
Retoque de cubierta: Salva49
Editor digital: Salva49
ePub base r1.2

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Para Maria Ponti
y para todas las maestras
que viven su oficio con pasión.

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Al principio se sorprendió. ¿Quépodía haber ahí debajo sino una rata gorda?
Había poca luz, solo se entreveían bolsas de plástico, cristales, latas y restos de
comida en descomposición.
Una vez, en la televisión, había visto un documental ambientado en Canadá. Allí
los cubos de basura se habían convertido en gratos lugares de encuentro para los
mapaches; al atardecer abandonaban los bosques deconíferas y durante toda la noche
hurgaban dentro con sus manecillas negras. ¡Sería muy distinto encontrarse con un
mapache que con una rata!
En cambio, aquí, los contenedores atraen solo a gatos callejeros, perros sin amo y
ratas de alcantarilla gordas y grasientas; desde hace unos años se añade también la
posibilidad de tropezarse con un recién nacido que ha pasado directamentedel calor
de la placenta al frío de la bolsa del supermercado.
Sin saber qué hacer, Anselma permaneció inmóvil mirando hacia el punto de
donde procedía aquel insólito ruido, las asas de la bolsa empezaban a cortarle los
dedos.
Pasó un autobús, iluminado y vacío. El conductor parecía cansado y tenía la
camisa empapada de sudor. Aunque ya era de noche no había elmás mínimo soplo de
viento, todo parecía tranquilo.
«Se deberá al calor», se dijo, y, levantada la cubierta de plástico oscuro, tiró su
basura en aquella oscuridad maloliente.
Estaba ya cruzando la calle cuando a sus espaldas, se oyó un extraño sonido. No
era un chillido de roedor, ni tampoco el lamento de un recién nacido o de un perrito
hambriento.
Parecía más bien la voz de una rana, de unsapo, pero ¿era posible que un batracio
hubiese escogido como domicilio, en lugar de un estanque, un trozo de asfalto
mugriento? Aparte de los pegajosos líquidos pútridos de la descomposición no existía
ningún otro líquido en los alrededores. Los animales, había oído decir en un
documental, modifican sus costumbres para adecuarse a las nuevas oportunidades que
les ofrece lasociedad. Las ranas, pues, hubieran podido emprender el mismo camino
que los mapaches ya que en torno a la «plataforma ecológica» revoloteaba siempre
una gran cantidad de insectos.
«¡Krak!».
Estaba ya del otro lado de la calle cuando el sonido se volvió a oír más nítido.
«¡Krak!».
Esta vez Anselma no tuvo la menor duda: algo vivo y extraño se ocultaba allí. La
curiosidad prevaleció...